Definición de reloj
Un reloj es un dispositivo que permite realizar la medición del tiempo y segmentarlo en unidades (segundos, minutos, horas, etc.). El mecanismo del reloj consiste en desarrollar un movimiento de características uniformes, regulándolo con un péndulo. Dicho movimiento se comunica, a través de ruedas, con las agujas o manecillas que indican la hora.
El reloj atómico es el más preciso del mundo hasta el momento, y fue construido por la Oficina Nacional de Normalización (cuya sigla en inglés es NIST), un organismo de los Estados Unidos. Sus creadores aseguran que maneja un margen de error de apenas 1 segundo cada treinta millones de años.
Los relojes pueden clasificarse en analógicos (con agujas que señalan la hora) o digitales (muestran el horario con números en una pantalla electrónica). De acuerdo a formas de uso o tamaño, existen relojes de muñeca, de bolsillo, de pared, de torre y otros.
Cabe destacar que la sociedad contemporánea otorga una gran importancia a la medición del tiempo. Con el sistema capitalista, el tiempo se mide, muchas veces, en términos de dinero, por lo que siempre resulta vital conocer la hora exacta. Esto hace que casi todas las personas cuenten con, al menos, un reloj de muñeca para llevarlo consigo en todo momento.
Las computadoras y muchos electrodomésticos, por otra parte, cuentan con un reloj incorporado. En la televisión digital terrestre, la hora regional es distribuida junto con la programación misma, asegurando a todos los usuarios una perfecta sincronía.
Cabe destacar, por último, que el reloj fue durante mucho tiempo un símbolo de status económico y social. Por eso existen relojes de lujo, que son fabricados con componentes como el oro o la plata y que exhiben un diseño exclusivo.
Historia y peculiaridades
Los comienzos del control del paso del tiempo por parte del ser humano se basaron en una mera observación del día y la noche, así como los ciclos de la luna. El primer reloj difería mucho de los actuales, tanto respecto a su forma y tamaño como a su mecanismo; se trataba de una estructura que, por su ubicación y disposición, proyectaba su sombra con la luz solar sobre un círculo en que se disponían los momentos del día. Se dice que existió en China alrededor de 3000 años antes de Cristo, aunque también fue adoptado por los egipcios y los Incas. El punto débil de dichos relojes, como es de esperarse, eran las horas de poca luz y los días nublados.
Los romanos tuvieron una idea ingeniosa que sobrellevaba esta imposibilidad de medir el paso de las horas en momentos de poca luz: consistía en hacer pequeñas marcas horizontales en las velas, dispuestas a lo largo y dándoles un aspecto similar a una regla, basados en el conocimiento previo de cuánto se derretían en un determinado período de tiempo.
El reloj de arena fue sin duda una de las creaciones más trascendentes en lo que al tiempo se refiere y gozó de un gran furor durante el siglo III. Sin embargo, no fue tal la fama de su predecesor, la clepsidra, un dispositivo que utilizaba agua que se trasladaba de un recipiente a otro. De todos modos, este último fue utilizado en Babilonia, Egipto, Grecia e incluso Roma.
El nacimiento del reloj mecánico data del primer cuarto del milenio pasado; documentos de Alfonso X «El Sabio» hablan de su existencia alrededor del año 1267. Leonardo da Vinci y Galileo son algunos de los personajes históricos que han sido responsables de la evolución y perfeccionamiento de este sistema. El reloj más antiguo del mundo, que data de la primera década del 1300, se puede encontrar en la Catedral de Salisbury.