Definición de reclusión
Reclusión es un concepto cuyo origen etimológico se encuentra en el vocablo latino reclusĭo. El término hace referencia al aislamiento, ya sea forzado o voluntario, que experimenta una persona.
La reclusión no sólo es este encierro, sino que la noción también puede referirse al espacio físico en que el sujeto se encuentra encerrado. Por ejemplo: “El escritor sufrió una reclusión de siete años por sus ideas políticas”, “Un incendio en la reclusión de San Marcos causó dos víctimas fatales”, “El juez ordenó la reclusión inmediata del ex funcionario”.
Lo habitual es que la reclusión se asocie al encarcelamiento de alguien. Se dice que alguien está recluido cuando se encuentra en prisión. En un sistema democrático, regido por una Constitución, las prisiones son establecimientos controlados por el Estado. En estos lugares se alojan a ciudadanos que, por haber cometido un cierto delito, son condenados tras un juicio y privados de su libertad.
Los encarcelados, por lo tanto, sufren una reclusión. Esto quiere decir que no pueden salir de la prisión durante el periodo estipulado por su condena. En ciertos contextos y bajo determinadas condiciones, los presos pueden abandonar temporalmente la cárcel para salir a trabajar y luego deben retornar a su reclusión.
Muchos son los tipos de reclusiones que puede dictar un juez al considerar al acusado culpable del delito. Así, en concreto y además de los citados, puede dictaminar lo que se conoce como reclusión nocturna que es la que se establece que la persona en cuestión tendrá que permanecer recluida en su casa o en la cárcel, según se disponga, desde las 22 horas de un día hasta las 06:00 horas del siguiente.
Más allá de las cárceles, la idea de reclusión también puede referirse a un encierro voluntario: “Al quedar viudo, Roberto optó por la reclusión y no salió de su casa durante varios meses”, “¡Deja de lado la depresión! Sal de tu reclusión y reúnete con tus amigos o ve a visitar a tus familiares”.
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto que a lo largo de la historia han existido escritores que han tomado la decisión de llevar a cabo una voluntaria reclusión para así poder inspirarse, escribir o alejarse del mundo después de un gran éxito. Este sería el caso, por ejemplo, de J.D. Salinger, creador de “El guardián entre el centeno”, que optó por la reclusión tras el boom que experimentó este libro.
Dentro del ámbito religioso, también se hace uso del término reclusión. En este caso se emplea como sinónimo de la llamada clausura monástica o conventual, que es el tipo de vida que eligen llevar monjas que pertenecen a ciertas órdenes. En concreto, estas tienen “prohibido” salir del convento así como que la gente del exterior pueda acceder a cualquier del lugar del mismo.
El objetivo de este tipo de reclusión no es otro que apostar por una vida que está dedicada en exclusiva a la oración, al recogimiento y a la unión con Dios. Este sería el caso de las órdenes de las monjas clarisas, cartujas, carmelitas o jerónimas entre otras. No obstante, no hay que pasar por alto que también hay órdenes de monjes que apuestan por la reclusión voluntaria como las de los jerónimos, benedictinos o cistercienses.