Definición de racimo
Racimo es un concepto que deriva de la lengua latina (racemus). Lo habitual es que se utilice para nombrar a aquellas frutas o flores que comparten un tallo o que forman ciertas ramificaciones; entre las más conocidas se encuentran la uva, la cereza y la banana.
Por ejemplo: “Voy a ir a la frutería a comprar algunos racimos de uva”, “Para hacer esta tarta necesitas un racimo de cerezas”, “Ayer compré un racimo con cuatro bananas y gaste más de diez pesos”.
Por extensión, la noción se utiliza para nombrar a cualquier porción de frutas: “De postre comí un racimo de frutillas con crema”, “En mi casa, un racimo de ciruelas no dura más de un día: a todos nos encantan”.
Racimo también puede ser un grupo de objetos pequeños que se disponen de manera similar a las frutas en uno de los mencionados racimos: “Apenas ingresó a la habitación, Juan dispuso un racimo de fotos sobre la cama, y seguidamente comenzó a analizarlas”, “El anciano regalaba racimos de caramelos a los niños, y obtenía sonrisas a cambio”.
En el ámbito de la botánica, racimo es una inflorescencia que cuenta con un eje que crece de manera indefinida y que, a sus costados, produce flores que se van abriendo junto a su desarrollo.
Se conoce como bomba de racimo, por último, a una bomba que, poco antes de estallar, deja salir de su interior numerosas municiones de menor tamaño pero de gran poder explosivo. Esto le permite incrementar su alcance, aunque provoca muchas veces daños en las personas o estructuras que rodean al blanco. Por otra parte, las municiones que no estallan en el momento pueden hacerlo mucho tiempo más tarde.
Las doce uvas
La época de las fiestas, que en la mayoría de las culturas occidentales coincide con la segunda mitad del mes de diciembre, es el escenario de una multitud de costumbres y ritos, muchos de los cuales se basan en la superstición. La tradición conocida como las doce uvas consiste en comer una uva cada vez que suena una de las doce campanadas durante la noche de Nochevieja (el 31 de diciembre). En España, país en el cual tuvo su origen, o en Venezuela, México, Bolivia, Perú, Ecuador, Costa Rica, Colombia y Chile, donde también se practica, contar con uno o más racimos de uvas es indispensable para despedir el año.
Dichas campanadas coinciden, a su vez, con los últimos doce segundos del año, y para la mayoría de la gente de estos países es muy importante cumplir con esta tradición para recibir el nuevo año con buenos augurios. Cabe mencionar que los primeros indicios de esta práctica datan de finales del siglo XIX y comenzó en Madrid, aunque no tardó mucho en extenderse al resto de España; algunos historiadores aseguran que fue importada de Francia y otros, de Alemania, por los aristócratas, pero lo cierto es que al día de hoy es muy popular a nivel mundial.
Mientras que en España lo normal es comprar un racimo de uvas frescas, especialmente de la variedad del Vinalopó (la uva de mesa que se produce en Medio Vinalopó, una comarca de la comunidad autónoma de Valencia), algunos países latinoamericanos optan por las uvas pasas (también conocidas como pasas de uva). Con respecto al número, la tendencia mayoritaria se inclina por la idea de que cada una representa uno de los meses del año, y por eso es tan importante comerlas todas, para asegurar la buena fortuna a lo largo de todo el año entrante.
Como es de esperarse, aquellos que se ven obligados a comprar su racimo de uvas a último momento, especialmente durante la noche del 31 de diciembre, deben estar dispuestos a pagar sumas absurdamente elevadas si desean cumplir con la tradición.