Definición de pupilo
Pupilo es una noción con varios usos. Procedente de pupillus, un vocablo latino, lo habitual es que se emplee para nombrar a un niño o joven respecto a su maestro, profesor o tutor. Por ejemplo: “El nuevo campeón regional de atletismo es pupilo del profesor Franco”, “Fui pupilo de esta escuela durante cinco años”, “Quiero que mi hijo sea pupilo del Colegio San Marcos”.
En ocasiones, el término pupilo se emplea como equivalente de alumno, estudiante, aprendiz u otros términos similares. Sin embargo, es frecuente que se utilice específicamente para nombrar al alumno que vive en el centro educativo (pasando sus noches allí) o que almuerza en la institución.
Estas particularidades, por lo tanto, plantean ciertas diferencias en el uso apropiado de los conceptos. El niño que ingresa a la escuela a las 8 de la mañana y se retira a las 13, sin recibir ninguna comida en la entidad, puede nombrarse como estudiante o alumno. En cambio, a aquel niño que permanece en la escuela hasta las 17 horas, almorzando en el comedor escolar, se lo puede calificar como pupilo.
En sentido similar, un menor que pasa ocho meses al año en la escuela, viviendo adentro de la institución, podrá definirse como pupilo o alumno interno. Distinta es la situación de aquel que todos los días regresa a su casa y recién en la jornada siguiente vuelve a la escuela, sólo para asistir a las clases correspondientes.
Dentro del mundo del cine, la televisión e incluso la literatura han cobrado especial relevancia ciertos pupilos. Este sería el caso, por ejemplo, del que ejerce como narrador en la novela “El nombre de la rosa”, escrita por Umberto Eco en 1980 y que luego fue llevada al cine de la mano de Jean Jacques Anaud en 1986.
En concreto, el pupilo es Adso de Melk, un joven novicio benedictino que se encuentra bajo las órdenes y enseñanzas de fray Guillermo de Baskerville. De este aprenderá a ver más allá de lo que muestran los ojos e incluso a “atar” pistas y señales. Lo aprenderá durante el caso que deberán resolver en una abadía de los Apeninos Ligures: el esclarecimiento de una serie de muertes de monjes, que la mayoría cree que vienen a indicar que se acerca el Apocalipsis. Sin embargo, los dos personajes protagonistas tienen claro que detrás de esos crímenes se encuentra un libro que se creía desaparecido, el segundo volumen de la “Poética” de Aristóteles.
En el ámbito de la televisión, se suele hablar, concretamente en España, de los pupilos de Jesús Hermida. Este fue uno de los grandes periodistas del país, encargado de retransmitir la llegada del hombre a la luna, que creó un nuevo formato televisivo: el matinal. Eso dio lugar a que junto a él aparecieran un sinfín de jóvenes promesas a las que les dio una oportunidad, a las que convirtió en sus pupilos y que años después han pasado a ser referentes de la radio y la televisión españolas.
En concreto, entre los pupilos de Hermida están Nieves Herrero, Irma Soriano, Consuelo Berlanga, Agustín Bravo…
En el ámbito del deporte y el arte, suele nombrarse como pupilos a aquellos que se formaron con alguna figura reconocida: “Fui pupilo de un tenor muy famoso, quien me enseñó todo sobre la voz”, “El entrenador lo tiene como su pupilo favorito”.