Definición de prolapso
Prolapso es un concepto utilizado en la medicina que procede del latín prolapsus, conjugación del verbo prolābi (“caer”, “deslizar”). El prolapso, por lo tanto, refiere a la caída o descenso de un órgano. Puede tratarse de una caída parcial o total de la víscera.
A causa del prolapso, es posible que los órganos salgan de su ubicación natural y asomen por la vagina o el recto. Cabe mencionar que de acuerdo al tipo de órgano al que afecte este descenso el prolapso puede clasificar en:
prolapso genital: se llama así al descenso de órganos por el debilitamiento de los músculos que actúan como soporte del suelo pélvico. Dentro de esta irregularidad las hay más graves que otras: anterior o total (descenso de la vagina sobre la uretra y la vejiga), histerocele (caída del útero), el cistocele (caída de la vejiga) y el rectocele (caída del recto).
Los partos múltiples, la presencia de un feto de gran tamaño, los traumatismos obstétricos, la obesidad, la disminución del nivel de estrógeno, las alteraciones medulares y las deficiencias en los músculos y el tejido conectivo son posibles causas de prolapso.
Entre los síntomas del prolapso genital, se encuentran el dolor pesadez en el vientre, los trastornos urinarios o rectales y la sensación de dolor y no satisfacción en las relaciones sexuales. Además, las mujeres suelen notar un bulto en sus genitales. En algunos casos también se presenta con dolores en la zona sacro-lumbar, náuseas y dolores al realizar ejercicios físicos.
El prolapso rectal, por su parte, es un avance anormal del recto a través del ano, ya sea por desplazamiento o por un aumento de volumen. Esto hace que el recto se invierta y pueda verse desde el ano como una prolongación de tejido.
De acuerdo al grado de prolapso rectal, el tratamiento indicado por el médico puede ir desde una dieta alta en fibra hasta una cirugía, pasando por el suministro de fármacos.
Qué tratamientos existen contra el prolapso
Los especialistas que se encargan de diagnosticar este tipo de trastornos son los ginecólogos. Cuando llega una paciente con estos síntomas le realizan una exploración mediante palpación y visión con espéculo. Esto sirve para evaluar el suelo pélvico y corroborar que los genitales en reposo se encuentren en su justa posición. Cuando el ginecólogo descubre que hay un inicio de prolapso, suele recomendar un tratamiento, si éste es muy incipiente o, en caso de que ya esté más avanzado informa a la paciente de que deberá ser intervenida de forma quirúrgica.
No obstante para salir de todo tipo de dudas el especialista suele mandar análisis de orina y ecografías de la vejiga y de los riñones.
Es importante señalar que, a menos que los síntomas provoquen dolor en la paciente, no es necesario realizar tratamiento alguno. No obstante, entre los consejos que ofrecen los ginecólogos se encuentra uno fundamental: realizar ciertos cambios en la calidad de vida. Las mujeres con obesidad tienen más probabilidades de sufrir prolapso, por lo tanto una buena decisión puede ser bajar de peso. Así mismo, deben evitarse todos los esfuerzos físicos innecesarios.
Otra forma de tratar el prolapso es colocando un pequeño dispositivo de caucho dentro de la vagina; el mismo se llama pesario y consigue que el útero se quede en su lugar. Si bien los pesarios no provocan dolores en la paciente, muchas veces pueden causar efectos secundarios, tales como flujo maloliente, irritación en el revestimiento de la vagina, dificultades en las relaciones sexuales. Además, es importante que se limpien con regularidad para causar otro tipo de trastornos. Esta limpieza suele ser realizada por el médico o el personal de enfermería; no obstante, algunas mujeres aprenden a retirar, limpiar y volver a insertar el pesario ellas mismas.