Definición de procaz

Procaz es un adjetivo cuyo origen etimológico se encuentra en la lengua latina (procax). El término permite calificar a la persona que carece de vergüenza o que no experimenta pudor por su conducta atrevida y desprejuiciada.

Por ejemplo: “La cantante sorprendió con una imagen procaz, de alto contenido erótico”, “No queremos difundir nuestros productos a través de una publicidad procaz ya que buscamos seducir a toda la familia”, “No voy a tolerar comportamientos procaces en esta institución”.

La calificación de procaz depende del contexto, ya sea social, histórico, generacional, etc. En las primeras décadas del siglo XX, por citar un caso, los hombres y las mujeres iban a la playa casi totalmente vestidos. Si alguien se atrevía a exhibir su cuerpo, era acusado de procaz. En la actualidad, en cambio, la gente toma sol con el torso desnudo sin que dicha práctica resulte ofensiva o cuestionable.

A nivel artístico, se habla de un estilo procaz o de un lenguaje procaz cuando el artista decide evitar los formalismos y se atreve a incluir elementos que no suelen asociarse a la cultura elevada. Una novela plagada de insultos y con descripciones explícitas de escenas sexuales podría ser señalada como procaz.

Indicar que algo es procaz puede ser un intento de descalificarlo o cuestionarlo (“Le recuerdo que en esta escuela no aceptamos conductas procaces”). Sin embargo, en algunos casos, lo procaz puede ser un reflejo de innovación, informalidad o atrevimiento (“El músico estadounidense presentó un disco procaz, capaz de conmover al oyente por sus letras”).

Un término que suele ser asociado y, a veces, confundido con procaz es «soez«, aunque no siempre puedan actuar como sinónimos. A diferencia de procaz, soez no tiene ninguna acepción positiva: el diccionario de la RAE lo define como vil, indigno, bajo, grosero. Un lenguaje soez, por ejemplo, es vulgar y agresivo para con el interlocutor. No puede ser concebido con la intención de innovar o transgredir, dado que su objetivo parece ser únicamente la violencia.

El incalculable número de seres humanos esparcidos por el planeta y la quizás inevitable división en continentes, países y ciudades hace imposible que todos nos ubiquemos en el mismo punto evolutivo a nivel social. El ejemplo de la vestimenta playera antes mencionado tiene validez en la mayoría de los países occidentales, pero la situación es muy diferente en ciertas culturas de Oriente.

De igual manera, dentro de una misma sociedad es difícil comprender el límite entre un comportamiento procaz y uno meramente vulgar. Los prejuicios son la primera razón por la cual se rechazan de manera casi automática las imágenes tradicionalmente calificadas de desvergonzadas; sin embargo, esto resulta contradictorio con la vida privada de cada uno. Si vemos a una persona famosa con poca ropa la tildamos de vulgar, sin esperar a oír su mensaje; un hombre en traje nos causa una buena impresión, aunque esconda ideas injustas y apoye la violencia en muchas de sus formas.

«La procaz intimación» es un libro de Edward Gorey, un escritor y artista norteamericano del siglo XX destacado principalmente por el tono macabro aunque humorístico de sus libros ilustrados. Su título original, en inglés, es «The Disrespectful Summons» y muestra una relación entre el mismísimo demonio y una serie de mujeres que hacen todo lo que él les pide, sin ningún tipo de reserva ante su brusca e insolente seducción, para ser recompensadas con el infierno.

Gorey se apoya en ciertos elementos que son muy característicos de sus obras, como una ambientación compuesta de seres sobrenaturales, plantas marchitas, personajes presos de una profunda congoja, naturaleza singular y vudú. En su escritura, «La procaz intimación» trata acerca de las consecuencias, siempre negativas, de sucumbir ante la tentación de hacer el mal.

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