Definición de presagio
Presagio es un término que procede del latín praesagium. Se trata de la señal que anuncia y previene un suceso. El concepto puede utilizarse para nombrar a la adivinación de las cosas futuras por medio de intuiciones o sensaciones que se han advertido.
Por ejemplo: “El estallido fue un presagio de lo que vendría: un ataque indiscriminado sin precedentes”, “La doctora ignoró los presagios y siguió adelante con su tarea, sin saber que el caos estaría a punto de desatarse”, “Anoche tuve un presagio: vi nuestra aldea inundarse y la corriente arrastraba todas nuestras casas”.
Los presagios, por lo tanto, son fenómenos que se consideran como válidos o aptos para adivinar el futuro. Lo más importante no es el presagio en sí, sino la interpretación que se hace de él.
Existen varios términos vinculados a los presagios, como las predicciones, los augurios o los vaticinios. En algunos casos, el fenómeno que permite vislumbrar el futuro es buscado intencionalmente mientras que, en otros, aparece de manera espontánea o casual.
Los presagios pueden surgir por un estremecimiento o agitación súbita del cuerpo. Las palpitaciones del corazón sin motivo aparente suelen ser consideradas como un signo de mal agüero, mientras que el zumbido o la picazón de los oídos son considerados como presagios de que alguien está hablando de otra persona en su ausencia.
En la antigüedad, los supuestos presagios eran tomados como algo muy serio. Con el paso del tiempo, el avance de la ciencia y del racionalismo convirtió a los presagios en supersticiones o parte del folklore, sin demasiadas implicancias en la vida cotidiana.
Los presagios aztecas
También conocidos como los presagios funestos, se trata de ocho extraños sucesos que tuvieron lugar en la tierra de los aztecas y que se consideran relacionados con la Conquista, incluso diez años antes de la llegada de los españoles a su continente. Estos eventos han sido recogidos de textos escritos en náhuatl, algunos de los cuales contienen testimonios de personas que vivieron la invasión en carne propia.
Primero: el cielo fue el escenario de una espiga de fuego de la cual parecían desprenderse gotas incandescentes. La misma se mostró una década antes de la Conquista y sus apariciones duraron un año, siempre desvaneciéndose al amanecer.
Segundo: la casa de Huitzilipoctli, el sitio divino, también llamado Tlacatecan (casa del mundo), ardió espontáneamente en llamas. Lenguas de fuego azotaron su estructura sin motivo aparente. El agua parecía causar el efecto opuesto al esperado, dado que hacía crecer la voracidad del fuego. Finalmente, el incendio lo consumió todo.
Tercero: un rayo atacó el templo de Xiuhtecuhtli mientras caía una llovizna leve, sin truenos ni relámpagos; la gente calificó este fenómeno como un simple golpe del Sol.
Cuarto: una extraña lluvia de fuego, de chispas, tuvo lugar en el cielo, trazando un camino desde el Oeste hacia el Este.
Quinto: el agua de una laguna cercana comenzó a arder, y junto con el fuerte viento hizo estragos en la aldea, destruyendo las casas, alzándose con fuerza como si de una bestia enfurecida se tratara y revolviéndose a su paso, hirviendo sin razón aparente.
Sexto: muy a menudo se oía la voz de una mujer que, por las noches, vagaba gritando y llorando, dirigiéndose a sus hijos, diciéndoles que pronto tendrían que irse lejos, preguntándose a dónde los llevaría.
Séptimo: la aparición de un pájaro muerto en el lago, similar a una grulla, con una especie de espejo en su mollera, la cual parecía mostrar la imagen de unos hombres montados a caballo que traían muerte y desgracia a la aldea.
Octavo: la presencia de seres humanos con deformaciones, percibidos por los aztecas como monstruos, que una vez examinados por Motechuhzoma en la Casa de lo Negro, desaparecían.