Definición de pradera
El significado literal y preciso del término pradera hace referencia a un conjunto de prados. Por extensión, el concepto se utiliza para dar nombre a la parte del campo cubierta de hierba y al prado grande.
Por ejemplo: “Cuando era niña, Camila solía acostarse en la pradera a mirar el cielo y jugaba a encontrar figuras entre las nubes”, “Sueño con tener una casa rodeada por praderas”, “Mientras la madre preparaba el almuerzo, los más pequeños jugaban al fútbol en la pradera”.
La pradera también es un bioma formado por una sucesión de hierbas y matorrales, que se desarrolla en un clima templado y que experimenta una estación cálida en el verano y una estación fría en el invierno.
En la mayor parte de las praderas, apenas dos o tres especies de gramíneas (una familia de plantas herbáceas) cubren más del 60% del terreno. Las praderas tropicales, sin embargo, pueden presentar cerca de 200 especies.
La pampa argentina, las grandes llanuras de América del Norte y las zonas que rodean los desiertos de Australia son algunas de las regiones que presentan las praderas templadas más extensas del mundo.
Es habitual que las praderas se desarrollen en el centro de los continentes, ya que dichas zonas reciben una precipitación intermedia entre la aridez de los desiertos y los altos niveles de humedad de los bosques.
La acción humana ha modificado las praderas, convirtiéndolas, en su mayoría, en terrenos destinados a la producción de trigo, soja, maíz y otros cultivos de gran importancia económica.
La pequeña casa en la pradera
Una historia conocida por muchos a través de la exitosa serie de televisión filmada en los años 80, «La pequeña casa en la pradera» es el tercer libro de la serie denominada «La pequeña casa», escrita por Laura Elizabeth Ingalls Wilder, nacida en Norte América en el año 1867.
Este libro narra las aventuras que tuvieron lugar durante los meses que pasó la familia Ingalls en la pradera de Kansas, cerca de un pueblo llamado Independence (término inglés para independencia). Al comienzo de la historia, Charles (el padre) decide vender su casa del bosque y mudarse con su familia para comenzar una nueva vida. Es digna de ser destacada la habilidad de la escritora para convertir los detalles cotidianos de su infancia en una prosa rica y atractiva.
Uno de los personajes más carismáticos de la saga es el Señor Edwards, quien rápidamente hace amistad con las niñas, especialmente con Laura. Su personalidad es muy particular: puede a la vez ser un caballero al dirigirse a Caroline (la madre de las criaturas) y un niño grande al entrar en contacto con sus pequeñas cómplices. Con respecto a su relación con Charles, no duda en ayudarlo a construir la emblemática casa.
Ya establecidos en su nuevo hogar, los Ingalls atraviesan diversos problemas y peligros; por ejemplo, sufren de malaria, en una época en la que no se conocía como tal y carecía de una cura tan efectiva como en la actualidad. Incluso la cotidianidad de la convalecencia es atrapante en las páginas de esta obra maestra, y ayuda a construir indestructibles lazos entre el lector y los personajes.
La historia recorre un gran abanico de sentimientos, dando igual importancia a la realidad adulta que a la infantil, demostrando que era tan necesario el trabajo duro de Caroline y Charles como las fantasías y el optimismo de las niñas para salir adelante, para complementarse y superar los duros momentos que caracterizaron gran parte de sus vidas.
Por último, cabe señalar que muchas de las entrañables anécdotas que componen el libro encierran profundas lecciones de vida; entre los momentos favoritos se encuentra sin duda la primera navidad en la pradera, salvada por los regalos improvisados del Señor Edwards.