Definición de prácticas culturales
Las prácticas culturales son actividades y rituales vinculados a las tradiciones de una comunidad. Se trata de una manifestación de la cultura de un pueblo.
Es habitual que los antropólogos y los sociólogos debatan sobre las prácticas culturales. Por un lado, el proceso de globalización ha hecho que muchos grupos pierdan sus señales distintivas, ya que ciertas culturas terminan imponiéndose sobre otras. Por otra parte, hay prácticas culturales ancestrales que, de acuerdo a criterios y parámetros de la actualidad, no se consideran aceptables.
Las prácticas culturales se asocian a la tradición de un pueblo.
La validez de las prácticas culturales
La mutilación genital, el canibalismo y el matrimonio infantil son prácticas culturales que forman parte de la identidad de algunas etnias pero que, en el mundo occidental, son rechazadas e incluso perseguidas. Hay un amplio debate sobre la existencia, o no, del derecho de esas comunidades a mantener dichas prácticas.
Algunas corrientes entienden que las prácticas culturales no deben juzgarse debido a que son patrimonio de un pueblo determinado. Para muchas personas, sin embargo, es posible hallar prácticas culturales que atentan contra los derechos de individuos y, por lo tanto, no tienen que ser avaladas.
La apropiación
El fenómeno de la apropiación cultural se produce cuando una cultura adopta usos y costumbres de otra diferente. Esta cuestión también suele ser debatida en el marco de las ciencias sociales, con visiones contrapuestas. La postura más crítica sostiene que la apropiación de prácticas culturales supone una forma de dominación.
Más allá de los aspectos conflictivos, en general se entiende que es positivo que cada comunidad preserve sus prácticas culturales e incluso que las difunda. Así, las prácticas culturales hasta pueden convertirse en un recurso económico a través del turismo, por ejemplo.
Cuando una comunidad adopta prácticas culturales de otro grupo, se produce un fenómeno de apropiación.
Prácticas culturales y pertenencia
Independientemente de la percepción que puedan tener las personas ajenas a un pueblo de sus prácticas culturales, para muchos de sus habitantes éstas dan lugar a un sentimiento de pertenencia que es único en cada comunidad. A pesar de ello, no todos sus miembros pueden sentir de la misma manera, y por eso existen tantos casos de emigración en busca de «mejores condiciones de vida» incluso en los países de primer mundo.
Por lo tanto, cada uno tiene una visión diferente de su propia cultura y de las demás, con la inevitable complejidad que esto acarrea cuando entran en juego cuestiones como la moral y los derechos humanos, conceptos que también fueron creados por el ser humano. Si bien una práctica cultural que desde el exterior parece brutal suele ser aceptada con normalidad desde la comunidad a la que pertenece, también hay excepciones, personas cuya mentalidad se abrió al mundo que las rodea y que no están dispuestas a aceptarla.
Polémica sin fin
El debate que gira en torno a ciertas prácticas como las mencionadas anteriormente, que incluyen la mutilación y el matrimonio infantil, es aparentemente interminable ya que en el fondo ambas partes tienen sus ideas bien definidas y no están dispuestas a ceder: quienes se alarman ante las costumbres ajenas no podrán aceptar actos de esa clase, al menos no en el corto plazo; quienes las llevan a cabo siguen tradiciones de siglos o incluso milenios, y por lo tanto no las ven con los mismos ojos sino que entienden su trasfondo y su significado más allá de lo evidente.
Con respecto a la mutilación, por ejemplo, en Indonesia existe una tribu llamada Dani en la cual las mujeres debían cortarse una falange cada vez que fallecía uno de sus familiares. El propósito de tal costumbre era exteriorizar su dolor y hacer una suerte de ofrenda a los fantasmas de los ancestros. También practicaban el canibalismo, con lo cual reunían dos rasgos culturales que para los occidentales resultan inaceptables. En la actualidad aún tienen lugar, aunque con menor frecuencia.