Definición de pleno empleo
Pleno es un adjetivo que puede emplearse para nombrar algo que está completo o colmado. Empleo, por su parte, es un término que se utiliza con referencia al trabajo o a un oficio.
La noción de pleno empleo se desarrolló en el ámbito de la economía para mencionar a la situación en la que todas las personas que están en edad laboral y que quieren trabajar, cuentan con un empleo. El pleno empleo implica, en teoría, que no existe la desocupación y que la oferta de trabajo alcanza para satisfacer la demanda.
En el plano real, sin embargo, no existe una tasa de desocupación que resulte igual a cero. Por eso se considera que hay pleno empleo en aquellas economías con niveles muy bajos de desempleo. En concreto, se establece que se puede hablar de pleno empleo cuando esa citada tasa de desocupación no excede el 3% de la llamada población activa.
Por otra parte, la desocupación puede aparecer de manera momentánea cuando un sujeto no acepta un trabajo específico por no estar conforme con las condiciones o cuando un individuo deja un trabajo para pasar a otro (y aún no se integró a su nuevo puesto).
A lo largo de la Historia muchas han sido las situaciones que han propiciado que el pleno empleo fuera realmente imposible de conseguir. En concreto, entre las más significativas se encuentran la crisis de 1929 o cualquiera de las guerras llevadas a efecto. Todo eso sin olvidar hechos muy recientes, que incluso aún se siguen viviendo en algunos países, como es el caso de la crisis mundial.
Actualmente entre las naciones que se encuentran muy cerca de vivir ese pleno empleo se encuentra, por ejemplo, Reino Unido, ya que cuenta con una tasa de paro de sólo el 4,2% según los últimos datos dados a conocer (abril 2015). No obstante, a pesar de esa cifra realmente positiva, hay que tener en cuenta que un importante número de empleos que se han creado se identifican por ser muy precarios.
El objetivo de alcanzar el pleno empleo es esencial es las políticas keynesianas (basadas en el pensamiento de John Maynard Keynes). Según esta postura, sólo el pleno empleo garantiza el equilibrio en la economía, permite aprovechar de manera eficiente los recursos y mantiene alejada la chance de que se produzca una crisis. Por eso, para el keynesianismo, el Estado tiene actuar en el mercado para fomentar el pleno empleo.
Las políticas liberales, en cambio, sostienen que el pleno empleo tiene que alcanzarse de manera natural, a partir del juego entre la oferta y la demanda de trabajo. El desempleo, por lo tanto, es útil para reducir el valor del salario y fomentar la creación de nuevos puestos (más baratos para las empresas).
No hay que pasar por alto la existencia de lo que se ha dado en llamar Trabajo Garantizado (TG). Este es un término que se utiliza para definir a una propuesta de tipo político-económico que se plantea como una solución clara del desempleo. En concreto, por lo que apuesta es por conseguir el citado pleno empleo y también la estabilidad de precios. Y es ahí donde juega un papel fundamental el Estado, ya que ejerce el papel de lo que se ha dado en llamar “empleador de última instancia”.