Definición de pericardio

En el griego es donde podemos encontrar el origen etimológico de la palabra pericardio que ahora nos ocupa. Y es que se encuentra compuesta por dos elementos de dicha lengua:
-El prefijo “peri-”, que puede traducirse como “alrededor”.
-El sustantivo “kardia”, que es sinónimo de “corazón”.

El pericardio es un saco membranoso que envuelve el corazón. El concepto procede de la lengua griega y refiere a dos capas que recubren tanto el mencionado órgano como las raíces de sus principales conductos sanguíneos.

Esta bolsa, que se halla en el mediastino medio, puede dividirse en pericardio fibroso (la capa externa) y pericardio seroso (la capa interna). El ligamento pericardiofrénico, por su parte, lo vincula con el diafragma.

El pericardio fibroso, de aspecto cónico, tiene su base articulada al diafragma. Gracias a su presencia, el movimiento de distensión del corazón encuentra un límite. El pericardio seroso, por su parte, puede dividirse en parietal y visceral, dos regiones que tienen su separación en la cavidad pericárdica.

Es importante resaltar que, entre ambas capas, hay un fluido que se encarga de la lubricación de estos elementos. Gracias a este elemento lubricador, el corazón puede realizar los movimientos de contracción con mayor facilidad.

Existen diversos inconvenientes que pueden presentarse en el pericardio. Cuando se acumula líquido en la bolsa, se habla de un derrame pericárdico, que provoca presión sobre el corazón y dificulta su normal funcionamiento. Las consecuencias de esta acumulación pueden llevar a un taponamiento pericárdico, capaz de provocar la muerte. Diversas causas, por otra parte, pueden generar una inflamación del pericardio que se denomina pericarditis.

La mencionada pericarditis básicamente suele ser de tres tipos:
-Pericarditis tumoral, que es la que se produce a consecuencia de que determinados tumores afectan al pericardio. Normalmente suelen ser cánceres en las mamas o incluso en los pulmones.
-Pericarditis bacteriana. Como su propio nombre indica es la que se produce por culpa de unas bacterias y estas pueden aparecer a raíz de actos muy normales como puede ser la extracción de una muela.
-Pericarditis viral. Es la más frecuente de las tres, concretamente el 80% de pericarditis son de este tipo. Se produce por culpa del virus de Coxsackie y suele afectar a enfermos de VIH o a quienes han tenido un trasplante de órganos. Lo más habitual es que se manifiesta a raíz de infecciones en las vías respiratorias o de tipo gastrointestinal.

Fármacos son, de manera habitual, los elementos utilizados para tratar cualquiera de los problemas que afectan al pericardio. No obstante, en casos más graves o específicos también se requerirá una punción o una fenestración.

Entre los síntomas que pueden reflejar un problema en el pericardio, se incluyen inconvenientes para la respiración, molestias en la zona del pecho y palpitaciones. El tratamiento de estos trastornos dependerá del problema en cuestión.

No obstante, no hay que pasar por alto que también es indicativo de que algo va mal en el pericardio tanto que la persona tenga fiebre. De ahí que el médico cuando se encarga de examinar al paciente con posibles problemas de este tipo no dude en tomarle la temperatura.

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