Definición de pereza
La pereza es un término que procede de pigritia, un vocablo latino. Puede emplearse para nombrar a la desidia o a la flojera que lleva a las personas a no poner empeño o a no desarrollar ciertas tareas que debería cumplir.
Por ejemplo: “Hoy no voy a la facultad: tengo pereza, prefiero quedarme en casa”, “No tolero la pereza en mis empleados”, “En invierno, superar la pereza y salir a la calle es un verdadero desafío”.
Cada vez que un ser vivo realiza una acción, gasta energía. Dicho gasto está justificado en el beneficio, ya sea inmediato o futuro, que espera recibir a cambio de dicho accionar. Si el individuo prefiere quedarse en reposo para no gastar energía, rechazando el beneficio en cuestión, se dirá que es perezoso.
La pereza puede estar provocada por múltiples motivos. En ocasiones, tiene una causa física o patológica, lo que excede a la voluntad de la persona. En otros casos, sin embargo, el sujeto tiene pereza porque privilegia su descanso o su ocio. Por eso la pereza se considera como algo negativo, ya que el esfuerzo y la responsabilidad son valores apreciados por la sociedad.
Para la religión católica, la pereza es un pecado capital: de su manifestación derivan otros pecados. La pereza es tomada como una falta en tanto supone que el ser humano no se hace cargo de su propia existencia, no asume sus obligaciones y sólo se entrega a aquello que le otorga placer.
Pereza, por otro lado, es el nombre de una banda de rock y pop rock española que editó su primer disco en 2001 y que se disolvió una década más tarde. Sus integrantes, Rubén Pozo y José Miguel Conejo (conocidos en el ámbito artístico como Rubén y Leiva), grabaron seis álbumes a lo largo de su colaboración, entre los que se incluyen dos recopilaciones de grandes éxitos.
Pereza mental y cómo combatirla
La pereza mental no se refleja en el típico cuadro de la persona tirada en el sofá sin deseos de hacer otra cosa que mirar televisión y beber cerveza; y es que este fenómeno no es visible, aunque sí puede detectarse y combatirse. En primer lugar cabe mencionar que la pereza mental no es sinónimo de no pensar (aunque pueden coincidir ambas situaciones) sino que está más relacionada con la falta de iniciativa para convertir los pensamientos en acciones.
Veamos algunas herramientas para revertir la pereza mental:
* la risa: el sentido del humor es un remedio casero que no requiere de ingredientes materiales y que, por lo tanto, todos podemos preparar y utilizar tanto como deseemos. Su eficacia ha sido ampliamente comprobada en la lucha contra todo tipo de males;
* practicar un pasatiempo: por difícil que sea de aceptar para algunos, el cerebro realiza más actividades mientras dormimos que cuando miramos televisión, especialmente si consumimos programas para pasar el rato. En lugar de dejarnos llevar por el entretenimiento barato, siempre podemos hacer caso a ese llamado que todos tenemos dentro y seguir nuestra vocación;
* estimular el pensamiento crítico: se trata de hacer algo con la información que consumimos a lo largo de nuestro día, en lugar de ingerirla pasivamente. Nada mejor que llenarnos y llenar a nuestro entorno de preguntas, que así elaboraron sus teorías los grandes genios;
* concentrarse: la dispersión es una de las formas más evidentes de pereza mental, y nos lleva a gastar más tiempo y energía a la hora de realizar una tarea determinada. Si bien muchas veces resulta difícil mantener la atención en un punto, conseguirlo nos recompensa;
* relacionarse: el contacto con otros seres vivos, siempre que se trate de relaciones sanas, nos beneficia mucho más de lo que pensamos. Es a través de este punto que conseguimos casi todos los anteriores y recibimos el incentivo para dejar la pereza mental y vivir el día a día intensamente.