Definición de pensamiento mágico

Antes de entrar de lleno en la explicación del significado de pensamiento mágico, es necesario que procedamos a determinar el origen etimológico de las dos palabras que conforman el término. En concreto, al hacerlo descubrimos las siguientes características:
• Pensamiento, emana del latín. Más exactamente podemos determinar que procede del verbo “pensare”, que puede traducirse como “pensar”.
• Mágico. Este es un vocablo que tiene su procedencia en el griego, en la palabra “mageikos” que significa “relativo a lo natural”. Aquella está conformada por dos partes muy bien diferenciadas: “magos”, que es sinónimo de “mago”, y el sufijo “–ico”, que es equivalente a “relativo a”.

Aquello traído a la existencia mediante la actividad intelectual es el pensamiento. Se trata del producto de la mente surgido a través del raciocinio o de las abstracciones de la imaginación.

Mágico, por otra parte, es lo perteneciente o relativo a la magia (el arte que busca producir resultados contrarios a las leyes naturales). La magia puede ser una ciencia oculta con pretensión de realidad o un espectáculo que intenta engañar al espectador con trucos y ardides.

La noción de pensamiento mágico hace referencia a una forma de pensar que se basa en la imaginación, las tradiciones, las emociones o la fe, lo que hace que sus expresiones carezcan de una argumentación lógica.

Además de todo lo expuesto tendríamos que resaltar el hecho de la existencia de un libro que toma en su título el término que nos ocupa. Nos estamos refiriendo a “El año del pensamiento mágico”, publicado en 2005 y galardonado con el prestigioso Premio Nacional de Estados Unidos a la mejor obra de no ficción.

Joan Didion es la autora de este trabajo que a título personal nos acerca a cómo la vida puede cambiar en tan sólo unos segundos. Y es que nos narra como una familia aparentemente feliz y tranquila recibe pronto varios y trágicos mazazos: la muerte del padre y el estado de coma de una de las hijas. Dos situaciones muy graves que harán que los miembros de la familia no sólo tengan que replantearse la vida sino cambiar los conceptos e ideas que tenían hasta ese momento acerca de la existencia.

Para la psicología, el pensamiento mágico es un raciocinio causal. En este sentido, la superstición forma parte de este pensamiento. Por ejemplo: una persona cree que los gatos negros traen mala suerte. Una tarde, tras cruzarse con un felino de este tipo, tropieza y se quiebra la pierna. Para el supersticioso, la lesión obedece a la maldición de los gatos negros (ya que la caída fue una consecuencia del encuentro con el animal). Quien tiene un pensamiento racional, en cambio, considerará que la persona se cayó por pisar mal o por estar distraída.

La utilización de amuletos también obedece al pensamiento mágico. Un sujeto puede afirmar que una determinada camisa le trae suerte ya que, una vez que la usó, encontró cien pesos en la calle. Luego utilizó dicha camisa decenas de veces sin que le ocurra nada extraordinario, pero sin embargo su pensamiento mágico seguirá asociando la camisa a la buena suerte.

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