Definición de inteligencia militar

La inteligencia es una noción vinculada a la capacidad de saber escoger las mejores opciones para solucionar un problema. El origen etimológico combina dos vocablos latinos: intus (“entre”) y legere (“escoger”).

Militar, por su parte, está relacionado a lo perteneciente o relativo a la milicia o a la guerra. La noción se utiliza en contraposición a lo civil y se vincula a los miembros, las instituciones y las instalaciones que forman parte de las fuerzas armadas.

Se conoce como inteligencia militar a las tareas que llevan adelante ciertas unidades específicas de las fuerzas armadas para recoger información sobre un enemigo (actual o potencial). Dichos datos permiten la planificación de las eventuales operaciones militares.

Es importante establecer que multitud de países del mundo cuentan con sus propios mecanismos de inteligencia militar. Este sería el caso, por ejemplo, de España que dispone de SIFAS, el Sistema Funcional de Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas, que tiene como claro objetivo el poder cubrir todas las necesidades que tiene la nación a la hora de poder tomar las decisiones necesarias en materia de Defensa.

En concreto, dicho organismo se encuentra conformado por tres áreas específicamente delimitadas: el escalón estratégico, donde se halla el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS); el escalón operacional, que cuenta con divisiones y secciones de inteligencia; y el escalón táctico, compuesto por unidades de inteligencia y las células nacionales de inteligencia (SPNIC).

La inteligencia militar está asociada al espionaje para recoger información sobre el armamento, los equipamientos, las bases, las comunicaciones y la capacidad tecnológica de otro país o grupo. Es importante, por supuesto, la utilización correcta de los datos recogidos, ya que dicha información debe ser usada de manera correcta para que tenga sentido dentro de la estrategia militar.

El conjunto de tareas de inteligencia militar incluye el uso de capacidades tecnológicas y recursos técnicos (como radares o satélites), pero también funciones de la capacidad humana como la organización de operaciones clandestinas, las tácticas de desinformación y la contra inteligencia.

Además de todo lo expuesto, es importante saber que cualquier plan u acción de inteligencia militar requiere que obligatoriamente se sigan unos pasos muy concretos. En concreto, estos serían los siguientes: dirección y planificación, recolección de datos a través de diversos tipos de medios (técnicos, humanos, interrogatorios, información pública…), procesamiento, análisis, producción y difusión.

En este sentido, hay que destacar que los medios humanos más importantes a la hora de recoger los datos que se necesitan son los oficiales de enlace, los infiltrados o topos, los agentes de operaciones, el colaborador o informador, y los conocidos como blancos y negros.

Los blancos son los agentes que se identifican por el hecho de que se encuentran en lo que es el exterior, mientras que los negros son los agentes que están dentro, es decir, que están infiltrados en organizaciones.

En algunos casos, la inteligencia militar se utiliza para desarrollar tareas dentro del propio Estado, lo que se conoce como inteligencia interior. En Estados Unidos, por ejemplo, el FBI realiza investigaciones a miembros del gobierno para emplear dicha información en diversos ámbitos.

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