Definición de pedante
Pedante es un adjetivo que hace referencia al tipo de persona engreída, pretenciosa y presumida. A un sujeto calificado de pedante le gusta hacer alarde y vanagloriarse de su supuesta superioridad en determinados ámbitos de la vida.
Por ejemplo: “Paco no puede con su pedantería: no acaba de saludarte y ya te está echando en cara sus logros más recientes”, “No tolero a la gente pedante, que se cree más importantes de lo que es”, “Pese a que tiene un talento único, el músico nunca se mostró pedante ante sus pares”, “El pedante oculta su sentimiento de inferioridad y su baja autoestima detrás de palabras jactanciosas”.
La pedantería suele aparecer en lo vinculado a la erudición. Al pedante le gusta realizar citas literarias o proponer grandes teorías cuando se encuentra en grupos, para demostrar su gran cultura general y sus conocimientos fuera de lo común. Lo habitual es que estos individuos posean menos sabiduría de la que aparentan o dicen tener; sin embargo, su actitud y forma de ser hacen que parezca un verdadero sabio, un iluminado que ha venido a rescatar a su entorno de la ignorancia.
Cuando en un grupo social se detecta a alguien con actitudes pedantes, resulta frecuente que sea condenado o dejado de lado. Cada persona tiene su propio orgullo, y muchas personas se sienten atacadas cuando alguien hace gala de su sabiduría e intenta dejar al descubierto su ignorancia y su falta de instrucción.
La gente suele creer que los verdaderos sabios no tienen necesidad de exhibir su sabiduría en cada conversación o cada acción, sino que la demuestran de manera cotidiana, espontánea y hasta inconsciente.
Las personas cuya inseguridad las lleva a comportarse de esta manera, tan soberbia y poco amistosa, deben contar con ciertos recursos para mantener un grupo estable de supuestos admiradores, de individuos que estén dispuestos a escuchar sus impuestas cátedras una y otra vez, sin salir despavoridos a buscar compañía grata.
Una de las herramientas más comunes para atraer a la gente es el dinero. Por lamentable que parezca, es sabido que muchos se rinden ante las posibilidades que ofrece el papel moneda; invitaciones a viajes y salidas a sitios caros, regalos lujosos y paseos en coches descapotables son quizás los ejemplos más sencillos y evidentes de tácticas de manipulación por parte de alguien que es incapaz de retener a los demás por su mera simpatía.
Sin embargo, el dinero es tan solo uno de los recursos útiles para formar un falso grupo de amigos. Cada uno lucha contra sus inseguridades como puede: mientras algunos se paralizan cada vez que intentan pronunciar un palabra en público y ven frustradas sus carreras por no saber promover su propio trabajo, otros se esconden tras un fuerte escudo y avanzan sin mirar hacia adelante, embistiendo a quien se ponga en su camino. Esta última actitud suele asociarse a las personas pedantes, ya que parecen no ser conscientes de las reacciones de su entorno y se mueven por el mundo como si fueran bien recibidos.
Como consecuencia positiva, dicho proceder abre puertas a grandes oportunidades, y aquí reside precisamente el segundo recurso más comúnmente usado por las personas pedantes para atraer a sus satélites: los favores. Es importante señalar que entre sus intenciones no solamente se encuentra ser escuchado, sino ser halagado; y qué mejor forma de conseguir halagos que ayudando a los demás tras un manto de absoluto desinterés.
Entre las posesiones más preciadas de un ser pedante se encuentra su formación, su cultura general y, no menos importante, sus contactos. Son una excelente carta de presentación para una reunión de artistas y la llave para conseguir el agradecimiento de los jóvenes que buscan su primera gran oportunidad.