Definición de parlamentarismo
El parlamentarismo es un sistema político que tiene como centro al Parlamento, a cargo del poder legislativo. El Parlamento es el organismo responsable de elegir al gobierno que administra el poder ejecutivo.
Es importante mencionar que el parlamentarismo es un régimen democrático. Este tipo de administración surgió a partir de monarquías que, poco a poco, fueron cediendo competencias de gobierno al Parlamento.
En el parlamentarismo, el poder ejecutivo está formado por un monarca o presidente (el jefe de Estado) que tiene atribuciones limitadas y por un gobierno cuyo jefe resulta designado por el parlamento. El propio parlamento está en condiciones de censurar a dicho gobierno.
Actualmente el parlamentarismo suele combinarse con rasgos de otros sistemas, como el presidencialismo. Mientras que en el pasado el pueblo elegía a los legisladores para que, a su vez, ellos eligieran con libertad al jefe de gobierno, hoy en día es habitual que el jefe de gobierno sea votado directamente por los ciudadanos a través de elecciones.
En el parlamentarismo hay que diferenciar, en definitiva, entre el jefe de Estado (que carece de poderes ejecutivos reales) y el jefe del gobierno (que suele ser el primer ministro). Las diferencias, de todas maneras, dependen de cada país. El parlamentarismo puede aparecer tanto en repúblicas parlamentarias como en monarquías parlamentarias.
En un sentido amplio, el parlamentarismo se basa en la existencia del Parlamento como la voz del pueblo. Por eso los legisladores aprueban las leyes, asignan los fondos que se destinan a la aplicación de las políticas públicas y pueden exigir a los gobernantes que rindan cuentas.
Los antecedentes del parlamentarismo en la historia de la humanidad nos llevan a la antigüedad clásica, de donde tenemos evidencias de asambleas electas con poder ejecutivo. En particular nos referimos a la antigua Grecia, en cuyas ciudades-estado la democracia era de tipo parlamentaria, porque todos sus habitantes componían el Parlamento.
En la antigua Roma también había estructuras similares: todos los poderes ejecutivos se centralizaban en el Senado, pero en lo referente a las cuestiones legislativas debía acatar las decisiones que tomaran los comicios y los tribunos. Los componentes principales del Senado romano eran las élites aristocráticas, los denominados patricios; los senadores plebeyos recibían un rango distinto al de los patricios.
El parlamentarismo también se puede apreciar en ciertos aspectos de la política que se practicaba en los territorios tomados por los germanos, donde muchas de las costumbres de los conquistadores se imponían. En este caso, las asambleas de la nobleza y, en ciertas ocasiones, el clero, tenían un carácter claramente parlamentario. Por lo general, las decisiones de dichas partes debían ser aprobadas por la monarquía.
Ya en las edades Media y Moderna, debemos remitirnos a principios del siglo XII para encontrar los primeros ejemplos de parlamentarismo, en particular a las Cortes de Castilla, cuya primera reunión tuvo lugar en el año 1187 en la provincia española de Soria. Tampoco debemos dejar fuera las Cortes del Reino de León, que comenzaron a funcionar en 1188 en la basílica de San Isidro.
En estas dos cortes, el poder de la monarquía se encontraba supeditado a las decisiones que tomaban el clero, los nobles y los representantes del pueblo, un grupo de notables que conformaban las asambleas. En Europa Occidental, este modelo de parlamentos fue muy común, como puede apreciarse en Francia e Inglaterra. Desde el siglo XIII en adelante, la monarquía francesa fue la primera en promover que se incluyera el pueblo en las asambleas.
Dado que en estos ejemplos medievales de parlamentarismo el monarca tenía una gran influencia, si los asuntos tratados en las asambleas eran de su interés contaba con muchas probabilidades de que los resultados se torcieran en su favor.