Definición de narcolepsia
La raíz etimológica de narcolepsia se encuentra en la lengua griega, más precisamente en los vocablos nárkē (que puede traducirse como “adormecimiento”) y épilepsie (término referido a la “epilepsia”). La idea llegó como narcolepsie al idioma francés y de allí arribó al castellano.
La narcolepsia es una patología que se caracteriza por la irrupción de un sueño profundo e imposible de resistir durante las horas diurnas. La persona, de este modo, experimenta una somnolencia acentuada que le dificulta la realización de las actividades cotidianas.
Existen varios síntomas asociados a la narcolepsia, una alteración poco frecuente. El más frecuente es la hipersomnia primaria: el sujeto padece un sopor excesivo que va más allá de la sensación de cansancio que puede experimentar un hombre o una mujer. Ante la hipersomnia primaria, el afectado por la narcolepsia necesita dormir en cualquier lugar y momento.
Aquel que sufre de narcolepsia también puede experimentar parálisis del sueño (la imposibilidad de moverse en la transición entre el sueño y la vigilia), cataplexia (la pérdida súbita del torno muscular) y hasta alucinaciones (mientras se va despertando o quedando dormido).
Es importante mencionar que cuando alguien está dormido, sus ondas cerebrales son irregulares y lentas. En cambio, al estar despierto, dichas ondas son regulares y más rápidas. Durante el sueño, por otra parte, se atraviesa un estado de sueño sin movimiento ocular rápido (NREM) seguido por un estado de movimiento ocular rápido (REM), donde se desarrollan los sueños. Quien tiene narcolepsia presenta perturbaciones en el orden y la duración de los periodos NREM y REM.
El organismo del individuo con narcolepsia, en este marco, intenta compensar la falta de tiempo del estado REM con la irrupción de un sueño profundo durante el día.
La somnolencia diurna excesiva es sin lugar a duda el problema más evidente de los pacientes de narcolepsia. Se trata de una situación que tiene lugar todos los días, aunque su duración y el momento en el que se dispara sí varían: puede ser en medio de una actividad pasiva (como ver la televisión o leer) o activa (conducir, comer, caminar). Un episodio puede durar unos pocos minutos o incluso varias horas, y aparecer de forma gradual o repentina.
También debemos mencionar la hipotonía muscular, que se presenta en crisis durante las cuales el tono muscular desciende bruscamente sin que el paciente pierda la conciencia. Esto suele suceder en el contexto de una situación tal como la risa, un susto o una discusión, y en cualquier músculo. Si es leve, puede pasar desapercibida, mientras que en los peores casos puede causar el colapso del cuerpo entero. Su duración se estima entre unos pocos segundos y varios minutos.
Con respecto a las antes mencionadas alucinaciones, que se denominan hipnopómpicas o hipnagógicas, las percepciones pueden ser de tipo táctil, visual o auditiva. La parálisis del sueño es otro de los síntomas menos violentos físicamente, pero no por eso fáciles de superar a nivel psicológico, ya que también se puede ver acompañada de alucinaciones.
El origen de este trastorno es neurológico y los datos estadísticos indican que en el continente europeo se presenta en un promedio de cuatro personas por cada diez mil, por lo general entre los veinte y los cuarenta años de edad. Dado que hay un importante componente genético asociado a la narcolepsia, es normal que tenga lugar en más de un individuo dentro de una misma familia; el grado de incidencia en familiares de primer grado se encuentra entre el 1 y el 2 por ciento.
Para diagnosticar la narcolepsia e indicar un tratamiento adecuado, los profesionales deben tomar en cuenta diversos factores de la vida del paciente, incluyendo sin excepción sus actividades diarias, sus hábitos alimenticios y sus horarios.