Definición de mucho
La Real Academia Española (RAE) reconoce más de quince acepciones del término mucho, que proviene del vocablo latino multus. Se trata de un adjetivo que alude a lo cuantioso, profuso, excesivo o intenso.
Por ejemplo: “¡Hace mucho calor! Vamos a beber algo fresco”, “Durante mucho tiempo estuve desempleado, pero por suerte ahora cuento con un trabajo bien remunerado”, “Tengo mucho miedo, mejor vayámonos de aquí”.
La idea de mucho es subjetiva y suele depender del contexto. Retomemos nuestro primer ejemplo: ¿qué temperatura debe registrarse para afirmar que hace “mucho calor”? Tal vez para una persona que el termómetro marque 24 °C es “mucho calor”, mientras que otro individuo puede considerar que hace “mucho calor” a partir de los 30 °C.
Por otra parte, que en una cena se hayan bebido cinco botellas de vino no implica que se haya consumido “mucho” o “poco” alcohol. Si había veinte comensales, la cantidad de vino consumida resulta acotada; en cambio, si quienes cenaban eran apenas tres sujetos, puede afirmarse que bebieron “mucho” vino.
En ocasiones la noción de mucho se emplea para hacer referencia a una pluralidad o para ponderar: “En este país hay mucho sinvergüenza, ten cuidado”, “Creo que es mucho automóvil para un adolescente que recién está dando sus primeros pasos como conductor”.
Mucho, por último, puede emplearse para indicar la gran diferencia que existe entre dos realidades, magnitudes o cantidades comparadas: “Juan es mucho más trabajador que Ricardo, por eso tiene una mejor posición económica”, “Tu lasaña es mucho más sabrosa que la mía, ¿cómo la preparas?”, “Pasé por un momento complicado, pero ahora estoy mucho más tranquilo”.
Una confusión muy frecuente en nuestra lengua tiene lugar entre los términos mucho y demasiado, aunque sus significados son bien diferentes: «gran cantidad» y «en exceso», respectivamente. A simple vista, podemos decir que el primero suele usarse para describir magnitudes que se relacionan con consecuencias menos drásticas que el segundo. Por ejemplo, beber mucho alcohol no es tan grave como beber demasiado alcohol: el primer caso puede derivar en un malestar estomacal con mareos, mientras que el segundo, en un coma etílico.
En el habla cotidiana estos dos términos se usan de forma incorrecta en muchos ámbitos, y de esta manera se desperdician los matices que los distinguen. Si alguien dice en medio de una expedición al rayo del sol «tengo mucha sed», por ejemplo, podemos entender que puede seguir adelante aunque le vendría muy bien beber algo de agua para hidratarse; sin embargo, si nos dijera que tiene «demasiada sed», probablemente deberíamos preocuparnos porque podría perder el conocimiento en cualquier momento si no bebe algo pronto.
En las relaciones sentimentales, es común usar esta palabra para enfatizar las frases que indican amor o preocupación por el otro. Por ejemplo: «Te quiero mucho», «Cada vez que te vas te echo mucho de menos». También podría servir para reprochar actitudes del otro: «Me has hecho mucho daño y no sé si podré superarlo», «Me duele mucho que me hables de esta manera, en especial cuando estamos con nuestros amigos».
Para estos casos resulta muy adecuado el superlativo, es decir la forma de la palabra que indica el grado de mayor intensidad de su significado; el superlativo de mucho es muchísimo. Nótese que no existe un superlativo para el término demasiado, sino que si quisiéramos aumentar su intensidad probablemente deberíamos usar absolutamente o totalmente, entre otros.
Retomando los ejemplos anteriores, si reemplazamos mucho por su superlativo, las expresiones de cariño se vuelven más profundas y espontáneas, parecen más sinceras y naturales en el habla: «Te quiero muchísimo», «Te echo muchísimo de menos». Del mismo modo, los reproches se intensifican: «Tus palabras me han hecho muchísimo daño».