Definición de microscopio
El vocablo latino microscopium llegó al castellano como microscopio. Así se denomina al dispositivo que posibilita la observación de elementos que resultan muy pequeños para ser apreciados a simple vista.
Los orígenes del microscopio se remontan a fines del siglo XVI y suelen asociarse a las pruebas llevadas a cabo por el holandés Zacharias Janssen, fabricante de lentes. A partir del desarrollo de estos instrumentos, la ciencia logró grandes avances, como el descubrimiento de la existencia de las células y la posibilidad de visualizar bacterias y otros microorganismos.
El año aproximado con el que se relaciona la invención del microscopio por parte de Janssen es 1590. Casi un siglo más tarde, en 1665, el médico inglés William Harvey usó este dispositivo para observar los capilares sanguíneos en el contexto de su investigación de la circulación de la sangre.
El científico británico Robert Hooke, por su parte, fue otro de los pioneros en el uso del microscopio; en su caso, dejó documentada su observación de una lámina de corcho, en la cual notó la porosidad del material y las cavidades con forma de pequeñas celdas a las que denominó células, las primeras muertas en ser observadas. Poco tiempo después, el biólogo y anatomista italiano Marcello Malpighi usó el microscopio para mirar tejidos vivos, y se convirtió en el primer científico en detectar células vivas.
Uno de los nombres más significativos en este marco es el de Anton van Leeuwenhoek, un comerciante holandés de mediados del siglo XVII que fabricó microscopios por su cuenta y los usó para la descripción de glóbulos rojos, espermatozoides, bacterias y protozoos. A pesar de no contar con estudios científicos, este hombre se convirtió en uno de los fundadores de la bacteriología. Si bien decidió no revelar sus técnicas y métodos, tras su muerte la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural se hizo con muchos de sus aparatos.
Llegó el siglo XVIII y con él una serie de avances que permitieron mejorar y variar el diseño del microscopio. Por ejemplo, Chris Neros y Flint Crown consiguieron crear objetivos acromáticos, que luego mejoró John Dollond. Los destacados estudios de Isaac Newton y Leonhard Euler datan de la misma época.
Durante el siglo XIX se descubrió que los fenómenos de la refracción y la dispersión se podían modificar combinando de manera adecuada varios medios ópticos. Esto dio lugar al lanzamiento de los mejores objetivos acromáticos creados hasta entonces. Para la estabilidad del microscopio, una de sus propiedades fundamentales, fueron necesarios ciertos avances a nivel mecánico. Otro de los aspectos más importantes es la cantidad de aumentos, algo que comenzó superando los doscientos y en la actualidad supera los cien mil.
Existen diversas clases de microscopios. El microscopio óptico es aquel que apela a un sistema de lentes para ampliar las imágenes, usando la luz visible. En este grupo encontramos al microscopio simple, que es el instrumento de este tipo más elemental: dispone de una única lente para aumentar el tamaño de lo observado, como en el caso de la lupa.
El microscopio óptico compuesto, en tanto, genera una imagen ampliada gracias al uso de dos o más sistemas ópticos. Cada uno de estos sistemas, que actúan de manera sucesiva, presenta una o más lentes.
El microscopio electrónico, en cambio, no utiliza la luz visible, sino que recurre a radiación electrónica. De esta forma los aumentos que se logran son muy superiores a aquellos que ofrece el microscopio óptico.
La diferencia más importante entre los microscopios electrónicos y los microscopios ópticos, en definitiva, es que los primeros utilizan electrones y los segundos, fotones. La divergencia en la longitud de onda de electrones y fotones marca la posibilidad de conseguir amplificaciones más grandes.