Definición de melómano
Melómano es el sujeto fanático de la música. Se trata de una persona que siente un amor apasionado y, según el punto de vista, excesivo por lo musical, dedicando tiempo y dinero al disfrute de este arte.
Por ejemplo: “A mi no me interesan el lujo ni las posesiones materiales: como buen melómano, invierto todos mis ingresos en discos y conciertos, aunque deba recorrer el mundo para ver a mis artistas favoritos en escena”, “El novelista, reconocido melómano, ha presentado un libro cuyo protagonista es un director de orquesta”, “Tengo más de 2.000 archivos en mi MP3, pero no me considero un melómano”.
El término melómano proviene de un vocablo griego compuesto por el prefijo melos (“canto”) y el sufijo manos (de donde deriva la noción de manía). La melomanía, por lo tanto, es una especie de locura o tendencia al furor vinculada a la música.
A diferencia de otras manías, la melomanía no es entendida como un trastorno psicológico o una enfermedad. Puede decirse que la melomanía no implica un riesgo para la persona ni para su entorno.
El melómano tiene un interés casi exclusivo por la música. Es posible que existan otras aficiones en su vida, como el deporte o el cine, pero sólo la música le despierta una necesidad de atenderla tan intensa.
Aunque se puede afirmar que cualquier individuo que disfruta de la música es melómano, el concepto suele dejarse exclusivamente para quienes mantienen un vínculo particular con lo musical, y especialmente para quienes lo hacen como oyentes. Desde este punto de vista, las personas que trabajan en la industria de la música no entran en esta categoría, a pesar de dedicar mucho tiempo y esfuerzo al estudio, la producción y el desarrollo de canciones, piezas instrumentales y óperas, entre otros tipos de contenido que muchas veces requieren de meses o años de trabajo ininterrumpido.
La melomanía no sólo no es considerada un trastorno, sino que en el ambiente musical suele ser vista como un sinónimo de sabiduría y prestigio. Por lo general, las personas melómanas poseen vastos conocimientos relacionados con el género que más las apasiona; en el caso de la ópera, por ejemplo, cuentan con auténticas bases de datos mentales de nombres de directores, orquestas y cantantes, fechas de sus presentaciones, curiosidades de los compositores que casi todos ignoran y opiniones en apariencia muy sólidas acerca de cuestiones técnicas.
Con respecto a este último punto, desde la perspectiva de un músico, la crítica de un melómano puede parecer infundada, ya que por lo general no se trata del producto de la experiencia, sino de datos recogidos a través de la investigación. Pero los melómanos suelen estar frente al escenario, y no sobre él; por lo tanto, desde su posición de seguridad, buscan hacer alarde de su paso por los palcos de los teatros más importantes del mundo, para conseguir la admiración de quienes los rodean.
La visión que la gente suele tener de los melómanos es negativa, dado que su modo de relacionarse con la música es obsesiva y posesiva, con una tendencia a descartar las opiniones y los gustos ajenos y a mostrar los conocimientos como si de trofeos se tratase, para intentar impresionar a su entorno. El amor y la obsesión poco tienen en común, pero sí es común que coexistan en una persona.
Generalizar nunca es acertado, y menos cuando se trata de juzgar un rasgo de la personalidad; sin embargo, por culpa del enfoque que algunos melómanos dan a su relación con el arte, se ha creado la idea de que todos ellos son personas con las cuales resulta imposible compartir la música, dado que cuentan con un arsenal de frases hechas y preconceptos que utilizan para desacreditar a sus interlocutores, sin aceptar que cada uno obtenga de una melodía lo que ésta tenga para ofrecerle en ese momento determinado de su vida.