Definición de introspección
El vocablo latino introspicĕre, que puede traducirse como “mirar adentro”, derivó en el latín tardío en introspectio. De allí procede el concepto de introspección, que alude a la mirada que un individuo dirige hacia su interior.
A través de la introspección, por lo tanto, una persona se orienta a su estado anímico, sus pensamientos o sus acciones. Se trata de una inspección interna que le permite al sujeto conocerse mejor, analizándose a sí mismo para interpretar sus propias emociones e ideas.
La introspección está vinculada a la reflexión y la meditación. La noción ha sido debatida a lo largo de la historia por la filosofía y la psicología.
A nivel general puede decirse que la introspección surge por la capacidad reflexiva de la mente, que permite tener consciencia de sus propios estados. El pasado y el presente pueden ser protagonistas del acto introspectivo, que ayuda a comprender las vivencias y a incidir en la realidad individual.
El método introspectivo es la base de diversas escuelas de la psicología. Este procedimiento lleva a la persona a concentrarse en sus propios procesos y contenidos mentales; luego debe verbalizar el pensamiento de la forma más objetiva posible para que el psicólogo ayude a interpretarlo.
La introspección, en definitiva, es un camino para identificar y percibir los pensamientos propios. Contribuye al conocimiento de uno mismo gracias a que el sujeto se desdobla y es observador de la realidad que construye.
En la práctica cotidiana, la introspección consiste en reflexionar en profundidad sobre las acciones, las ideas, las emociones y los sentimientos propios, de manera tal que sea posible detectar qué resulta positivo o bueno y así orientar la conducta en ese sentido.
Dado que el ejercicio de la introspección es tan beneficioso para poner nuestra vida en equilibrio, veremos a continuación algunos consejos de quienes más experiencia tienen en este campo. El primer paso hacia la introspección es escoger el momento y el sitio adecuados. Se trata de ese espacio en el que nadie nos puede molestar o interrumpir, y de esa hora del día en la cual sabemos que podemos relajarnos ya que no tenemos ninguna obligación por delante.
La introspección debe servirnos para liberarnos, y por eso debemos alejarnos de toda opresión para ponerla en práctica. Además, es importante resaltar que si no parte de una iniciativa genuina, no funciona. Otro punto fundamental es mirar hacia atrás para poder avanzar. En otras palabras, debemos estudiar nuestro pasado por medio de preguntas que nos ayuden a entender las causas de nuestros errores, a detectar las decisiones que nos han conducido al éxito, el grado de satisfacción que nos han producido nuestros logros y los defectos de nuestro carácter que deseamos cambiar.
Identificar nuestros vacíos es otro gran consejo para conseguir una adecuada introspección. En este caso hablamos de aquellas necesidades que no hayamos podido satisfacer, de las preguntas importantes que nos hayan quedado sin responder y de la dificultad para establecer objetivos bien definidos. Para comenzar a resolver nuestros problemas se recomienda jerarquizarlos tomando como parámetro el dolor o la angustia que nos cause cada uno, y luego priorizar aquéllos que son más posibles de tratar.
La autocrítica es una parte básica de la introspección. Debemos mirarnos a nosotros mismos con valentía y sin orgullo, para entender qué cosas nos conviene cambiar. Si negamos nuestros errores, de nada servirá el ejercicio. Claro que esto no significa enfocarse en la culpa, sino simplemente usar la objetividad para quitar lo que no sirve, para eliminar los obstáculos que nos impiden avanzar. Finalmente, llega el momento de reconocer nuestras virtudes, que son las herramientas con las cuales podremos salir a flote y progresar.