Definición de inmortal

Con origen en el latín immortālis, el adjetivo inmortal se utiliza para calificar a aquel cuya vida es eterna ya que no puede fallecer. La muerte, por lo tanto, nunca le llega a quien es inmortal.

Es importante tener en cuenta que todo ser vivo nace, se desarrolla y muere: no existe nadie que realmente sea inmortal. Siempre, tarde o temprano, el que tiene vida termina muriendo. Por eso los seres inmortales pertenecen al terreno de la ficción o de la mitología.

La muerte, como final de la vida, es el resultado de la extinción del proceso homeostático. En el supuesto caso de un inmortal, eso no se produce y el organismo se mantiene en funcionamiento.

Puede afirmarse, en definitiva, que la inmortalidad biológica es imposible, al menos en el estado actual del desarrollo científico y tecnológico. No hay manera de evitar el envejecimiento y el deterioro de las células que derivan en el deceso del ser vivo.

Es posible hablar, en cambio, de otro tipo de inmortalidad. Para algunas religiones, el cuerpo muere pero el alma es inmortal. Esto quiere decir que, cuando una persona fallece, su alma sigue “viviendo” en otra dimensión o se reencarna en un cuerpo diferente.

También hay otra clase de inmortalidad, vinculada a la subsistencia del legado o de la huella de un individuo tras su muerte. Por eso se expresa que personalidades como la escritora Virginia Woolf o el compositor Wolfgang Amadeus Mozart, por citar dos casos, son inmortales ya que pasaron varios siglos desde que fallecieron y sin embargo siguen siendo recordados y estando presentes en la cultura.

El ser humano se caracteriza por ansiar todo aquello que no le fue dado por la naturaleza: alas, habilidades telequinéticas, la capacidad de viajar en el tiempo y, ¿por qué no?, la inmortalidad misma. Mientras que todas estas cosas pueden parecer propias del terreno de la ficción, en la actualidad hay quienes aseguran que nos encontramos cada vez más cerca de alcanzar algunas de ellas, en especial las últimas dos.

El ingeniero José Luis Cordeiro, quien tiene a su cargo un equipo de científicos en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (conocido generalmente por su sigla MIT), es uno de los varios defensores de la inmortalidad como objetivo posible de alcanzar a través de la ciencia. Según él, para el año 2045 el ser humano será capaz de derrotar a la muerte y así alcanzar la vida eterna en la Tierra.

Es importante señalar que si bien existen numerosos estudios que apoyan esta teoría, también existen muchos detractores que los tildan de pseudociencia. De todos modos, antes de saber si los investigadores conseguirán que nuestro cuerpo no envejezca debemos preguntarnos por qué querríamos ser inmortales. ¿Qué nos atrae tanto de la vida eterna? O, quizás aquí se encuentre el secreto: ¿por qué le tememos tanto a la muerte?

Sin pensarlo dos veces, todos podemos decir «sí, me gustaría ser inmortal». Las razones podrían ser tan superficiales como válidas, ya que responden a cuestiones personales: «no quiero separarme de mis amigos», «me encanta la vida y no quiero que se termine», «querría viajar por todo el mundo sin límite de tiempo», etcétera. A simple vista puede parecer un tema que debe resolverse únicamente en el ámbito científico; sin embargo, si nos detenemos a pensar por un segundo las repercusiones que tendría en la organización de un país que sus ciudadanos fueran inmortales, entenderíamos que se trata de una cuestión de suma complejidad. La superpoblación, la desocupación, la continuidad de la especie por medio de la reproducción, la vivienda y la alimentación son tan sólo algunos de los muchos problemas que surgirían.

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