Definición de impudicia
La impudicia es la ausencia de decoro, vergüenza o comedimiento. Quien actúa con impudicia, de este modo, lo hace sin pudor.
Por ejemplo: “El ministro entregó los sobornos a los senadores con una impudicia que asombra”, “La impudicia de los empresarios que explotan a los trabajadores resulta escandalosa”, “Publicar una fotografía de ese calibre es una verdadera impudicia”.
Habitualmente la impudicia se relaciona a la obscenidad. El impúdico no tiene recato, por lo cual se comporta sin ningún tipo de mesura o reserva: es decir, queda expuesto.
Supongamos que unos jóvenes se desnudan en una playa pública ante la vista de todos los presentes. Así, sin ropa, caminan por la orilla y se divierten en el mar. Para muchos, esta gente actúa con impudicia, violando las normas sociales del decoro. Incluso esa impudicia podría considerarse como un delito ya que se vincula al exhibicionismo.
Tomemos el caso de un sindicalista que se enriqueció de manera turbia. Este hombre brinda entrevistas periodísticas en su mansión, posando para las fotos en diversos ambientes de su lujosa casa. Además recorre la ciudad en un automóvil deportivo último modelo y siempre luce trajes de los diseñadores más famosos. Pese a que no puede explicar cómo obtiene los recursos para solventar semejante estilo de vida, el dirigente sindical se exhibe sin reparos, posiblemente convencido de que goza de impunidad. Esta impudicia irrita a la sociedad.
A pesar de que mucha gente de habla hispana conoce el significado de este término, no se trata de uno muy común en el habla cotidiana, sino que suele aparecer con más frecuencia en la literatura y el periodismo. Por esta razón, vamos a explorar algunos de sus sinónimos más comunes, para intentar entender su significado en mayor profundidad: deshonestidad, impudor, inmoralidad, indecencia, desvergüenza, libertinaje, obscenidad, descoco, concupiscencia, procacidad, descaro y desfachatez. Con respecto a sus antónimos, podemos mencionar decencia y recato.
Nos encontramos ante un concepto un tanto difícil de definir de forma definitiva e inamovible, ya que sin importar los siglos de imposición moral por parte de los diferentes sistemas políticos y religiosos, todavía al día de hoy existen muchas personas que actúan de manera espontánea, al margen de los preceptos, no con malas intenciones sino con el objetivo de ser libres. Y aquí entramos en otro término que vuelve más compleja la definición: libertad.
Si nos preguntamos qué es la libertad, el diccionario de la Real Academia Española nos brinda más de una decena de acepciones encabezadas por la siguiente: «facultad que el ser humano tiene por naturaleza de obrar como quiera o de no hacerlo, ya que es responsable de sus actos». Ahora bien, ir a una playa y quitarse la ropa para disfrutar del agua y en estado natural debería formar parte de esa facultad, pero bien sabemos que no es así y esto se contradice con la idea que esparce un gobierno cuando asegura que «su pueblo goza de libertad».
¿En qué punto perdemos la libertad para conformarnos con un fragmento de ella? Cuando nos convencen de que nuestra libertad termina cuando empieza la del prójimo. La impudicia implica la ausencia de recato y de pudor, dos términos que comparten la acepción de «honestidad» en sus definiciones; para respetar la libertad de los demás, uno de los mejores caminos es la honestidad, y en el caso antes expuesto del sindicalista que ha conseguido su dinero a costa del esfuerzo ajeno, podemos entender que se trata de algo negativo.
“La impudicia”, por último, es el título de una novela escrita por la francesa Marguerite Duras. El libro fue publicado en 1943 como “Les impudents” en su lengua original.