Definición de hiperrealismo
La Real Academia Española (RAE) define al hiperrealismo como el realismo potenciado o excesivamente minucioso. El término se emplea para aludir a un estilo pictórico y escultórico que se parece a la fotografía.
Una representación explícita de la realidad
Surgido a fines de la década de 1960 en el continente europeo y en el territorio estadounidense, el hiperrealismo tiene como movimientos precursores al precisionismo y al arte pop. Se trata de una evolución o una variante del fotorrealismo, el género basado en el desarrollo de cuadros a partir de fotos.
A la reproducción de los objetos se suman matices emocionales y subjetivos
Mientras que el fotorrealismo apuntaba a lograr una imitación de las fotografías, dejando de lado las emociones y otras cuestiones simbólicas, el hiperrealismo suma complejidad a su representación, tratando de producir incluso una sensación de realidad que no aparece en la fotografía.
Puede decirse que el hiperrealismo persigue radicalmente la objetividad, pero también es una representación explícita de lo real. El artista debe dominar la técnica a la perfección para plasmar la imagen de manera precisa.
La representación creada por el hiperrealismo, en definitiva, es minuciosa y exacta. Además del dominio técnico, el pintor o escultor debe contar con una importante agudeza visual. Hay una especie de apropiación de lo visible en la obra hiperrealista. Aunque siempre tratándose, a su vez, de una representación producida por la persona.
Exponentes del hiperrealismo
El español Antonio López, el chileno Claudio Bravo, el estadounidense Richard Estes, el argentino Enrique Sobisch y el italiano Roberto Bernardi son algunos de los principales exponentes del hiperrealismo. Sus obras son admiradas por numerosos críticos y amantes del arte en general.
El trabajo del mencionado Estes, además de Chuck Close, Audrey Flack y Denis Peterson, por ejemplo, fue descrito por Graham Thompson como la creación de «pinturas que parecen fotografías». Claro que, como se señala más arriba, no debemos confundir el hiperrealismo con el fotorrealismo: esta comparación resulta desfavorable porque nos impide ver la capa que agrega a la mera reproducción fiel de los objetos materiales.
Proceso de creación
Dado que las diferencias entre el hiperrealismo y el fotorrealismo no son aparentes para cualquier observador, es necesario acentuarlas echando un vistazo al proceso de creación de cada tipo de obra. Comencemos por el fotorrealismo, que es el más fácil de entender: básicamente, se trata de una reproducción muy fiel de una imagen, que persigue la imitación al punto de que se confundan la fuente y la obra. Esto se aplica al día de hoy en las industrias del cine y el videojuego, mediante el uso de gráficos tridimensionales.
El hiperrealismo comienza de la misma forma: toma como fuente una imagen fotográfica. Pero aquí se acaban las similitudes, puesto que no persigue el mismo objetivo, sino que la usa de referencia. Encima de la reproducción, un artista perteneciente a este estilo suele agregar contenido propio, emociones y mensajes que surgen de su propio punto de vista y que no se pueden encontrar en el material de consulta.
El hiperrealismo juega especialmente con las texturas y la iluminación
Claro que también podríamos decir que estos matices sí están presentes en la imagen usada como referencia, ya que sus sujetos y objetos tienen emociones, un contexto histórico, político, etcétera, y que no pueden desprenderse de estos rasgos; la aclaración es necesaria, por lo tanto, porque el fotorrealismo suele desechar dicho trasfondo para conseguir un resultado más consistente, como si todos los elementos los hubiera creado el artista.
Para conseguir una obra que convenza al observador de estar viva, el hiperrealismo se apoya en una serie de técnicas y tratamientos que manipulan sutilmente la imagen original. Uno de los elementos más importantes es la iluminación, que por sí sola puede cambiar completamente el carácter de una escena. Luego entran en juego las texturas y la intensidad de las sombras.