Definición de hermanastro
Dicho respecto a un individuo, un hermanastro es el hijo de su madrastra o de su padrastro. Supongamos que Leonardo tiene una madrastra llamada Irma. Esta mujer, a su vez, tiene un hijo: Esteban. Esto quiere decir que Leonardo y Esteban son hermanastros entre sí.
De la misma manera, si Matías es el hijastro de Lautaro, y Lautaro tiene dos hijos que se llaman Santiago y Claudia, la definición del concepto indica que Matías, Santiago y Claudia son hermanastros.
La Real Academia Española (RAE) reconoce otra acepción de hermanastro, según lo detallado en su diccionario. En este caso, hermanastro es sinónimo de medio hermano: el sujeto que, con otro individuo, tiene en común a su padre o su madre, pero no a ambos.
Veamos otro ejemplo. Ricardo contrajo matrimonio en dos oportunidades: primero se casó con Lara y luego, tras divorciarse, con María. Con Lara, Ricardo tuvo un hijo al que bautizó Lionel, mientras que con María tuvo otro hijo, llamado Sergio. Estos datos nos permiten saber que Lionel y Sergio son hermanastros o medio hermanos: ambos tienen a Ricardo como padre, pero no comparten madre (Lara es la madre de Lionel, mientras que María es la mamá de Sergio).
Es importante mencionar que, más allá de las definiciones específicas de cada diccionario, en el lenguaje coloquial muchas veces se habla simplemente de hermano, sin especificar si se trata de hermanastros, medio hermanos, etc. Cuando existe una relación cercana y afectiva entre los hermanastros, es habitual que se consideren hermanos entre sí, dejando cualquier diferenciación de lado.
De hecho, el uso de este término suele tener lugar especialmente en el ámbito legal, para la realización de ciertos trámites o en el contexto de un juicio, por ejemplo, donde los lazos afectivos no tienen validez alguna sino que cada individuo es una entidad de la sociedad.
En un mundo ideal, no existirían las denominaciones que pudieran herir a las personas recordándoles situaciones tales como las separaciones, los embarazos ilegítimos o la muerte de sus seres queridos. ¿Cuál es el beneficio de llamar «viudo» o «hijastro» a alguien? ¿Por qué hablar de «mi madrastra» o de «mi hermanastra»? ¿No sería mejor adaptarnos a nuestro círculo y, en todo caso, encontrar a nuestra familia en quienes nos aman sin importar las cuestiones biológicas o legales?
En la ficción, muchas veces encontramos la figura del hermanastro como un punto de tensión sexual entre dos personas que se sienten atraídas físicamente a pesar de pertenecer al mismo grupo familiar. Esto da lugar a diferentes dinámicas, algunas más difíciles de digerir que otras para el público más sensible, ya que los personajes enredados en este tipo de romances incestuosos no siempre son conscientes del lazo que los une a su otra mitad.
Dado el aumento y la normalización del divorcio, que también vuelve menos traumática la decisión de intentar reconstruir la vida amorosa después de un fracaso, es cada vez más común encontrar familias formadas por integrantes de diferentes orígenes. Esto no es negativo en absoluto, a pesar de lo que señalen los observadores prejuiciosos: por el contrario, es admirable que alguien pueda resurgir de una ruptura sentimental y encontrar la energía para formar un nuevo núcleo en el cual amar y ser amado.
Por todo esto, fuera de los juzgados no deberíamos detenernos a pensar en el árbol genealógico de los demás, sino enfocarnos únicamente en sus lazos afectivos, en las diferentes configuraciones de familia que nos encontramos día a día, aceptándolas tanto como deseamos que acepten la nuestra y recordando que el amor es algo invaluable e imposible de clasificar, un sentimiento que no entiende de divorcios ni de madrastras o hermanastros.