Definición de hepatitis

Para poder conocer el significado del término hepatitis se hace necesario, en primer lugar, descubrir su origen etimológico. En este caso, hay que subrayar que deriva del latín, exactamente es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-El sustantivo “hepar”, que puede traducirse como “hígado”.
-La palabra “itis”, que es sinónimo de “inflamación”.

El concepto de hepatitis alude a la hinchazón del hígado. Se trata, por lo tanto, de la inflamación de este órgano que se encarga de segregar la bilis (sustancia clave para la digestión), entre otras funciones.

La idea de hepatitis suele vincularse a distintos tipos de enfermedades que afectan al hígado, inflamándolo. Existen múltiples clases de hepatitis con diferentes causas y consecuencias.

Una hepatitis puede producirse por una infección (provocada por un parásito, una bacteria o un virus); por una lesión que interrumpe la irrigación de sangre al hígado; por la presencia de toxinas o fármacos; por una afección hereditaria; o por una problemática autoinmune.

Una vez contraída la hepatitis, suele manifestarse en los primeros días a través de cefalea, mialgia, náuseas, tos y otros inconvenientes. Luego se suman la ictericia (coloración amarillenta de la piel), la orina oscura y el dolor abdominal, entre otros trastornos. Hay hepatitis que se revierten espontáneamente en pocos días y otras que duran toda la vida. En los casos más graves, pueden derivar en cáncer de hígado o cirrosis.

Los virus que causan la hepatitis son identificados a través de las letras A, B, C, D y E. Por lo general, la hepatitis A y la hepatitis E son provocadas por la ingesta de alimentos o agua contaminados. La hepatitis B, la hepatitis C y la hepatitis D, por su parte, suelen producirse por el contacto con humores corporales que se encuentran infectados (mediante una transfusión sanguínea o una relación sexual).

La hepatitis A es una de las “variantes” de esta enfermedad más conocida y las personas que la sufren, además de los síntomas ya mencionados, pueden presentar otras señales tales como picazón, dolor articular e incluso fiebre.

Tener relaciones sexuales con alguien que tenga esa enfermedad, comer mariscos crudos que hayan estado en aguas contaminadas o estar cerca de una persona que la sufra son otras razones que pueden llevar a contagiarse de la hepatitis A.

Eso sí, hay que saber que hay una serie de ciudadanos que tienen más riesgos de padecerla. Nos estamos refiriendo a quienes trabajan en guarderías o centros escolares, a quienes cuidan a personas que la tengan, si se viaja mucho por rincones del mundo donde esa enfermedad “está a la orden del día” o si se posee un problema con la coagulación de la sangre.

Precisamente a todas esas personas se les recomienda que se vacunen de la hepatitis A, como también se le indica a personas que consumen drogas, a quienes sufren una enfermedad hepática de tipo crónico o a los niños que no recibieron esa vacuna en el momento que les correspondía por edad.

Desde hace algunos años también se registra la existencia de la hepatitis F y la hepatitis G, cuyos virus causantes son poco conocidos por el momento.

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