Definición de heliocentrismo
El concepto de heliocentrismo alude a la teoría que, en el siglo XVI, postuló el polaco Nicolás Copérnico. De acuerdo a este astrónomo y religioso, el Sol es el centro del universo.
Las primeras ideas heliocéntricas fueron postuladas por Aristarco de Samos en el siglo III antes de Cristo. Por aquel entonces, el filósofo y matemático Filolao, uno de los seguidores del movimiento fundado por Pitágoras de Samos, propuso un modelo opuesto al geocéntrico, según el cual existía un «fuego central» en el universo que servía de eje para el giro de los planetas (incluyendo el nuestro), la Luna y el Sol. El movimiento que realizaban los cuerpos según esta teoría era circular uniforme.
Dicho en otras palabras, el sistema postulado por Filolao hablaba de un antimundo colineal con nuestro planeta y el fuego central, que tenía igual período de revolución. El giro del Sol en torno a dicho fuego tomaba un año, mientras que el resto de las estrellas permanecían inmóviles; la Tierra, por su parte, siempre ocultaba la misma cara, y de esta manera se explicaba que no pudiéramos ver el fuego central.
Sin embargo, no obtuvieron apoyo de la comunidad científica. Recién en el Renacimiento, Copérnico presentó el modelo de un sistema heliocéntrico que fue bien recibido.
A partir de las observaciones realizadas por Galileo Galilei con su telescopio, Johannes Kepler amplió el modelo heliocéntrico de Copérnico. Así fue quedando de lado el geocentrismo, teoría opuesta al heliocentrismo que colocaba a la Tierra en el centro. De todos modos, con los años Edwin Hubble y otros expertos descubrieron que el Sol era parte de un complejo más grande: la galaxia. A su vez, se demostró la existencia de miles de millones de galaxias.
Se conoce como revolución de Copérnico, revolución copernicana o giro copernicano a los cambios científicos que logró Copérnico al postular el heliocentrismo. Esta revolución, por lo tanto, supone el paso del geocentrismo al heliocentrismo como explicación de la organización del universo.
De forma paulatina, pudo determinarse que el Sol tampoco es el centro universal, sino que se trata de apenas una estrella entre muchísimas más. Giordano Bruno fue uno de los matemáticos y astrónomos que más insistió en esta cuestión, ya aceptada plenamente por la ciencia pese a que aún muchas personas creen de manera errónea que el Sol gira alrededor de la Tierra.
Esta concepción que la mayoría de los seres humanos considera errónea tampoco surge de forma arbitraria y caprichosa: basta detenernos a observar el cielo durante un rato para tener la sensación de que las nubes, el Sol y la Luna giran a nuestro alrededor, y no todo esto es incorrecto, ya que el viento mueve las nubes y la Luna realmente orbita en torno a la Tierra. Sin embargo, esta teoría se puede desmantelar en pocos segundos al incluir en la conversación el gran número de descubrimientos que realizaron los científicos a lo largo de los siglos o, quizás, de los milenios que llevamos habitando este planeta.
Uno de los «detalles» que comienza a fracturar la teoría de que todos los cuerpos giran alrededor de la Tierra es la inconsistencia en los puntos de salida de la Luna y el Sol a lo largo de los doce meses que componen el año. También podemos señalar que ciertos planetas y estrellas sólo se pueden ver en algunos momentos del año, y que algunos de ellos parecen haber cambiado de dirección con respecto a los demás. En definitiva, el heliocentrismo dista de ser un capricho o una teoría que solamente se pueda comprobar viajando al espacio exterior, sino que puede apoyarse por medio de la observación paciente y sensata del cielo.