Definición de helio
Para conocer a fondo el significado del término helio, se hace necesario descubrir, en primer lugar, su origen etimológico. En este caso podemos establecer que deriva del griego, concretamente de “helios”, que es sinónimo de “Sol”.
A nuestro idioma el concepto llegó como helio, término que alude al elemento químico cuyo número atómico es 2.
El helio forma parte del conjunto de los gases nobles. Se trata de una sustancia con gran presencia en el universo, aunque poco abundante en la corteza de nuestro planeta.
La etimología de helio está vinculada al Sol ya que, en el siglo XIX, se infirió que se encontraba presente en la atmósfera de la estrella más importante del sistema solar. Fue el francés Pierre Jansen quien, en el marco de un eclipse solar que tuvo lugar en 1868, descubrió una línea amarilla en la luz del Sol que hasta entonces no se conocía. Observando dicho eclipse, el británico Norman Lockyer postuló que la línea era generada por un nuevo elemento al que bautizó helio.
De símbolo He, el helio es un gas no inflamable en condiciones normales de temperatura y de presión. Por su bajísimo punto de solidificación, es el único líquido que no se solidifica al reducir la temperatura.
Aunque en la atmósfera de la Tierra su concentración es reducida, el helio es el segundo elemento de mayor abundancia en el universo. Solamente lo supera el hidrógeno.
La refrigeración de superconductores y el desarrollo de la criogenia son algunos de los usos que se le dan al helio, que también puede emplearse para llenar dirigibles y globos y en el buceo. Una particularidad de este gas es que, si una persona inhala una cantidad pequeña, su voz se modifica, volviéndose más aguda.
Además de todo lo indicado, no hay que pasar por alto que Helio o Helios es una figura importante de la mitología griega. En concreto, se trata de la personificación del Sol y es hijo de dos titanes: Hiperión y Tea. Su equivalente en la mitología romana podemos indicar que era el Sol.
Se representaba como un dios coronado con una aureola de brillo a modo de sol y que conducía un carro que circulaba por el cielo. Carro que era tirado por cuatro caballos: Pirois, Éoo, Aetón y Flegonte, cuyos nombres podían traducirse como ígneo, amanecer, resplandeciente y ardiente respectivamente.
Una de las historias que más ha trascendido de la figura de Helio o Helios es que su hijo, Faetón, no dudó en tomarle prestado su carro y esta ‘aventura’ trajo consigo que perdiera el control del vehículo y acabara incendiando la Tierra.
Hay que establecer que, con el paso de los años, este personaje acabó identificándose con el dios de la luz, Apolo.
A todo lo expuesto, podemos añadir que Helios es también el nombre una marca que lleva más de un siglo preparando todo tipo de mermeladas y frutas confitadas. No obstante, con el paso del tiempo también ha ido incluyendo en su catálogo desde frutas en almíbar hasta miel o encurtidos, por ejemplo.