Definición de hartazgo

Hartazgo es el acto y la consecuencia de hartar o hartarse. Este verbo (hartar), de acuerdo al contexto, puede referirse a satisfacer, agotar o molestar.

Por ejemplo: “El hartazgo de la población ante los constantes aumentos de precios ya es evidente”, “Traté de soportar las presiones y el maltrato de mi jefe, pero el hartazgo me sobrepasó y decidí renunciar”, “Anoche comí hasta el hartazgo y ahora me siento muy pesado”.

Supongamos que un hombre contrata un servicio de acceso a Internet que, en los primeros dos meses, funciona sin problemas. Sin embargo, a partir del tercer mes, la calidad del servicio empieza a decaer, con cortes frecuentes y una velocidad cada vez menor. El usuario, en un primer momento, tiene paciencia ya que supone que se trata de inconvenientes pasajeros. Ante la persistencia del mal servicio, envía a la empresa un correo electrónico que nunca le responden. Luego se comunica por teléfono en varias oportunidades, obteniendo siempre excusas y respuestas vagas. Por el hartazgo que le genera la situación, el hombre finalmente decide dar de baja el servicio.

El hartazgo, en este sentido, puede llegar como una consecuencia de la frustración o incluso coincidir con ella, aunque no se trate de la misma sensación. Una situación frustrante puede paralizarnos, llevarnos a bajar los brazos y dejar de intentar solucionarla; si los problemas llegan a hartarnos, por otro lado, suele ocurrir que nos invada una carga de energía suficiente para hacerles frente de otra manera, para terminar con ellos de una vez por todas.

También puede entenderse como un exceso de algo positivo, como ser la risa, la lectura o incluso la acción de hablar. Podemos decir que «nos hemos reído hasta el hartazgo», haciendo referencia a lo bien que lo pasamos. Del mismo modo, decir que «hemos escuchado este disco hasta el hartazgo» significa que nos encanta y por eso lo hemos reproducido tantas veces.

Una persona que come hasta el hartazgo, por otra parte, ingiere una cantidad de alimentos que resulta excesiva. Por lo general, cuando alguien come hasta el hartazgo, lo hace por gula ya que le gustan mucho los alimentos en cuestión. Si un adolescente fanático de las hamburguesas acude a una fiesta donde puede comer todas las que desea y consume ocho, puede decirse que comió hasta el hartazgo. Esta conducta, por supuesto, suele generar efectos negativos en el organismo.

Comer hasta el hartazgo es algo que hacen muchas personas, aunque no todas por los mismos motivos. De hecho, a lo largo de la vida, esta actitud puede surgir en situaciones también diversas. Entre los disparadores más comunes de la ansiedad se encuentra el estrés, esa sensación de ofuscación, de ahogo que nos traen los problemas aparentemente imposibles de resolver, ya sea en el ámbito laboral, estudiantil o en el hogar. Cuando nos invade la angustia a este nivel, suelen aparecer varios trastornos en nuestro comportamiento, entre los que destacan las dificultades para concentrarnos, para dormir por las noches y la alimentación desmedida.

La consecuencia más grave de comer hasta el hartazgo no es quizás el inevitable aumento de peso, ni el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o daño en las articulaciones, sino el hecho de que no resuelva de ninguna manera el problema que intentábamos tapar, que puede ser el estrés. La comida debería servir para cargar nuestro cuerpo de energía, para darle los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento y desarrollo; en el mejor de los casos, debería ser un punto de encuentro con nuestros seres queridos, una excusa para compartir un rato mientras disfrutamos de platos deliciosos. Pero de ninguna manera deberíamos convertir la alimentación en una actividad dañina.

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