Definición de genuino
Si revisamos la etimología del término genuino, encontraremos que su origen se encuentra en el vocablo latino genuīnus. Se trata de un adjetivo que alude a aquello que es justificado, fidedigno o real.
Por ejemplo: “La economía está registrando un crecimiento genuino desde hace dos cuatrimestres”, “Mi amor por ti es genuino, no entiendo por qué tu padre se opone a nuestro casamiento”, “Creo que el cantante, si de verdad estuviera arrepentido, debería realizar un pedido de perdón genuino a sus seguidores ya que se comportó muy mal con ellos”.
Lo genuino se asocia a lo auténtico. Supongamos que un joven que está buscando empleo dedicó a la búsqueda sólo diez minutos en la última semana. Otro muchacho, en cambio, invierte ocho horas diarias en tratar de conseguir trabajo. Pese a que los dos aseguran que están haciendo lo posible para acceder a un puesto laboral, solamente en el segundo caso puede apreciarse un esfuerzo genuino para cumplir con el objetivo.
Un pacifista genuino, por otra parte, evitará la violencia en todos los ámbitos de su vida. Aquel que se presenta como pacifista, pero golpea a su esposa y sus hijos y suele insultar a sus interlocutores en cualquier discusión, no es un verdadero defensor de la paz.
Otra acepción de genuino se vincula a lo característico o típico de algo. El Día de la Pachamama, por ejemplo, es una celebración genuina de las poblaciones andinas y de diversas comunidades aborígenes del territorio sudamericano. En las grandes ciudades, muchas personas pueden sumarse al festejo y adoptar los rituales de dichos pueblos, pero no se trata de un evento genuino de su cultura.
Nos encontramos en una era caracterizada por la inestabilidad, por los cambios repentinos. Las relaciones interpersonales tienden a ser menos estrechas que en el pasado, el arte se ha mezclado con el comercio y las exigencias de la sociedad nos llegan desde que somos muy pequeños. Todo esto nos dificulta vivir de forma genuina nuestro día a día, en especial si deseamos satisfacer las miradas de los demás, siempre presentes en nuestro hogar, en la escuela, en el trabajo y en las redes sociales.
Las cosas genuinas no se pueden fingir ni imitar, simplemente existen y se diferencian de las demás por su pureza o espontaneidad. El amor genuino nunca busca un interés propio por encima del ajeno, no se centra en el dinero ni en las posibilidades laborales que puede darle la relación con el otro individuo sino que se trata de un sentimiento cristalino que se alimenta de la felicidad y el bienestar del otro.
¿Quién nos iba a decir que nuestra especie sería capaz de fingir el amor para sacar provecho de una relación de pareja o amistad? Pero hay infinidad de casos de este tipo, y las consecuencias pueden ser devastadoras para quien sufre el engaño. Los gustos y las aficiones son otros aspectos de la vida que siempre deberían ser genuinos pero que muchas veces no lo son. En teoría, nadie querría pasar horas haciendo algo que no le gusta de verdad, sólo para evitar opiniones negativas en su contra; sin embargo, esto ocurre más a menudo que el caso opuesto.
El gusto genuino por una actividad o una disciplina, por un grupo de música o un plato de comida se nota a leguas. Es inconfundible el brote de placer que experimenta una persona cuando hace lo que realmente la vuelve feliz. ¿No deberíamos acaso vivir todos de este modo? Pues por fácil que parezca ser uno mismo en un libro de autoayuda, las presiones sociales intentan empujarnos en otra dirección y no todos tenemos la fuerza necesaria para hacerles frente.