Definición de genuflexo
El adjetivo genuflexo permite calificar a aquel que se encuentra de rodillas. El término deriva del latín medieval genuflexus, a su vez vinculado a genuflectere (que se traduce como “arrodillarse”).
La genuflexión, por lo tanto, es el acto de bajar la rodilla hacia el suelo. En la antigüedad, esta acción era una reverencia hacia alguien poderoso. Desde hace mucho tiempo, por ejemplo, los cristianos se muestran genuflexos ante el sagrario que alberga la eucaristía.
Se conoce con el nombre de sagrario o tabernáculo al sitio en el cual se almacena la sagrada hostia en las iglesias pertenecientes a la religión católica. La sagrada hostia es una pieza de pan que se elabora sin levadura (por eso se llama ácimo) y con harina de trigo; tiene forma de círculo y el cura la entrega a los fieles como parte de la misa en el momento de la «ofrenda» o «sacrificio sin derramamiento de sangre».
El hecho de bajar la rodilla ante la hostia consagrada se considera una muestra de adoración hacia Jesucristo. A su vez refleja la sumisión del creyente hacia la divinidad. La genuflexión además aparece ante el papa.
En el contexto de la misa ordinaria, es decir la que celebra la Iglesia católica a diario como parte del acercamiento normal a Dios y sus enseñanzas pero sin ningún motivo especial o extraordinario, el sacerdote debe mostrarse genuflexo en diferentes ocasiones, que se exponen a continuación:
* en cuanto llega al presbiterio (la zona del altar mayor que se extiende hasta el final de las gradas por las cuales se asciende a él; por lo general, el presbiterio se delimita con una barandilla o cerca), si en el sagrario está reservado el Santísimo;
* luego de haber elevado la hostia;
* una vez que haya elevado el cáliz con el vino sagrado, el cual representa la sangre que Jesucristo derramó para salvar a los seres humanos de las consecuencias de sus propios pecados;
* antes de dar comienzo al momento de la comunión;
* a lo largo de toda la celebración, una vez que haya consagrado la hostia, cada vez que pase frente al Santísimo Sacramento.
Como es de esperarse, los fieles también deben mostrarse genuflexos en algunas de las mismas situaciones que el sacerdote, aunque en el contexto de la misa no se muevan de sus asientos. Cuando visitan la iglesia fuera de una celebración, deben hacer una genuflexión cada vez que pasan frente al sagrario, incluso si no ha tenido lugar la consagración de la hostia. Durante la misa, la consagración es una de las situaciones en las cuales deben arrodillarse, así como también la lectura del Evangelio. En definitiva, la genuflexión es un signo de adoración y respeto que adoptan los creyentes como parte de su comunicación con Dios.
Antiguamente también se hacía una genuflexión ante un monarca. Hoy en día, en cambio, es poco frecuente que un individuo se ponga genuflexo frente a otro ser humano, más allá de que se mantengan saludos protocolares como las reverencias.
En la actualidad, el uso del concepto de genuflexo se vincula a acatar todos los mandatos y cumplir la voluntad de alguien con poder. El sujeto genuflexo, en este marco, está simbólicamente arrodillado ante el otro.
Un periodista que, por recibir dinero y favores de un gobernante, nunca lo critica y se limita a difundir noticias positivas sobre su gestión, puede ser calificado como genuflexo. Los televidentes, oyentes o lectores no pueden esperar una mirada objetiva de la realidad o información imparcial, ya que el periodista en cuestión está subordinado al gobernante y no pretende disgustarlo. Esto quiere decir que el reportero privilegia el acatamiento de las indicaciones del poderoso antes que el cumplimiento de su trabajo como comunicador.