Definición de gangrena
Para poder conocer el significado del término gangrena se hace necesario, en primer lugar, descubrir su origen etimológico. Así, podemos subrayar que deriva del latín, concretamente de “gangraena”, que, a su vez, emana del griego “gangraina” y que se usaba como sinónimo de la muerte de los tejidos y su correspondiente putrefacción.
Así se denomina a la muerte de un tejido ante la ausencia de irrigación sanguínea.
La gangrena suele producirse cuando una herida se infecta, las células mueren y se genera la putrefacción de los tejidos. Una vez aparecida la gangrena, los tejidos afectados se pierden para siempre (no pueden recuperarse).
Los problemas circulatorios, la diabetes y las fracturas expuestas pueden causar gangrena. Si es interna, la persona puede experimentar dolor y tener fiebre. La gangrena en la piel, por su parte, se revela por el entumecimiento, las manchas y las úlceras.
Para poder diagnosticar una gangrena se hace necesario someter al paciente a distintas pruebas. En concreto, será necesario llevar a cabo desde un análisis de sangre hasta una cultura de la sangre pasando también por un examen del pus. No obstante, también es habitual proceder a realizarle distintos exámenes de tipo radiológico.
Cuando la gangrena irrumpe por la falta de circulación de la sangre en una determinada zona, sin otra infección secundaria, se habla de gangrena seca. En cambio, si la gangrena surge como consecuencia de una infección provocada por una bacteria, se la denomina gangrena húmeda. Otra clase de gangrena es la gangrena gaseosa o espumosa que provoca la bacteria Clostridium perfringens, con la cual la piel se desprende a pedazos emanando un olor nauseabundo.
Para impedir el avance de la gangrena, en la antigüedad se apelaba a larvas que comían la carne muerta y no afectaban al tejido vivo. Con el paso de los años, surgieron antibióticos que posibilitan tratar las heridas con mayor efectividad.
El tratamiento de la gangrena debe ser urgente. Además de antibióticos, puede incluir el desbridamiento (la eliminación quirúrgica de los tejidos muertos) y hasta la amputación de la zona afectada.
En concreto, entre los antibióticos que más y mejor funcionan para luchar contra la gangrena están la Clindamicina, la Penicilina, el Cloranfenicol y la Tetraciclina, entre otros.
Asimismo, no podemos pasar por alto tampoco otros tratamientos que se pueden utilizar para afrontar este citado problema como son la cirugía del vaso sanguíneo, también conocida como angioplastia, y la terapia del gusano. Esta, que también se da en llamar terapia biológica o terapia de Maggot, y se sustenta en tratamientos de siglos atrás.
En concreto, consiste en el empleo de gusanos, que son criados de forma especial en laboratorios mediante huevos esterilizados. Esos se colocan sobre la herida en cuestión, se tapan con una gasa y al cabo de unos días se retira la citada gasa y dichos animales. En concreto, esos lo que hacen es matar a bacterias y favorecer así la cura.