Definición de fragancia
La etimología de fragancia nos lleva al latín fragrantia. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), una fragancia es un olor agradable y suave.
Por ejemplo: “Amo la fragancia de los jazmines”, “La fragancia de la menta fresca me remonta a la casa de mis abuelos, que tenían una huerta llena de hierbas aromáticas”, “La dulce fragancia llamó la atención del joven, que no dudó en dirigirse hacia el fondo del bar”.
En el lenguaje coloquial, fragancia se emplea como sinónimo de olor, aroma o perfume. Para la RAE, un olor es una impresión registrada por el olfato; perfume y aroma, en tanto, pueden ser olores muy agradables. Un perfume, además, es una sustancia que se emplea para aromatizar.
De este modo, el uso más habitual de fragancia se vincula al producto aromático comercializado para producir buen olor. Las fragancias pueden ser corporales (el producto se aplica sobre el cuerpo), ambientales (se usan para perfumar el ambiente) o de otro tipo (para la ropa, para el automóvil, etc.).
Los orígenes de las fragancias, en este sentido, son muy antiguos. Ya en la prehistoria el ser humano comenzó a descubrir los diversos aromas que generaban ciertos elementos naturales y a utilizarlos con fines rituales o de otro tipo.
Las fragancias florales están entre las más apreciadas. Existe una infinidad de productos que imitan el aroma de las rosas, los jazmines, las orquídeas y otras flores para que las personas puedan emplearlos con el objetivo de producir sensaciones placenteras. Las fragancias frutales, sobre todo de frutas como el limón, la uva y la manzana, también son muy populares.
Además de los sinónimos del término fragancia que se expresan en los párrafos anteriores, podemos señalar los siguientes tres: efluvio, frescura y esencia. Es importante señalar que no es correcto usar todas estas palabras de forma indiscriminada; por ejemplo: no es normal decir «que buena fragancia tiene esta comida» o «percibo una fragancia desagradable que viene del maletero», sino que en estos casos se suelen usar aroma y olor, respectivamente.
Por otro lado tenemos dos antónimos que pueden servir para graficar aún más la definición de fragancia a través de los conceptos que se hallan en el otro extremo: pestilencia y hedor. Estos términos denotan olores horribles, insoportables para el ser humano, que por lo general provienen de materia orgánica en estado de descomposición o de sustancias muy nocivas para la salud. Si los usamos para hacer referencia al olor corporal de una persona o al de una comida, por ejemplo, nuestra intención es herir los sentimientos del otro.
Como ocurre en muchos otros ámbitos, es posible elaborar una fragancia de forma casera, para ahorrar dinero en productos industriales y conseguir resultados que se ajusten más a nuestras necesidades. En este marco se habla de «notas» para hacer referencia a los diferentes niveles de aromas que componen un perfume. Al rociarnos una fragancia sobre el cuerpo, las notas se pueden apreciar en un orden determinado:
* notas de cabeza: también se conocen como notas de salida y son las que se pueden percibir en primer lugar pero también las primeras en desaparecer. Suelen durar aproximadamente 12 minutos, aunque esto varía según el producto;
* notas de corazón: estas aparecen cuando las anteriores se evaporan. Se trata de las más importantes ya que le dan a la fragancia sus rasgos principales, los que lo hacen pertenecer a una familia en particular (como puede ser floral, fresco, amaderado u oriental, entre otras);
* notas de fondo: también se denominan de base y son las que fijan y acentúan las de corazón. Son las que le dan el «tema» a la fragancia y permiten que ésta dure hasta 5 horas.