Definición de exfoliación
Exfoliación es la acción y efecto de exfoliar. Este verbo, por su parte, se refiere a eliminar las células muertas de la piel o a dividir algo en láminas o escamas.
La exfoliación, por lo tanto, puede referirse al tratamiento cosmético que se lleva a cabo para quitar las células muertas de la piel o a la pérdida de la epidermis en forma de escamas.
Como tratamiento de cosmética, la exfoliación es un procedimiento para el rejuvenecimiento facial, ya que las células muertas se eliminan a través de una acción física o química.
Es posible exfoliar la piel mediante la abrasión mecánica (con bisturí o lija dermatológica), la acción de un láser o la utilización de cremas o geles. El objetivo siempre es el mismo: eliminar, de una forma u otra, las células muertas de la piel.
Se denomina peeling a la exfoliación química con sustancias como el ácido salicílico o el fenol. Este tratamiento, que debe llevar a cabo un profesional, permite mejorar el aspecto de la piel y borrar daños producidos por cicatrices, los rayos del sol, el acné, etc.
Cabe mencionar que ninguno de los métodos recién mencionados puede producir milagros en una piel muy afectada; el acné es una de las mayores causas de depresión en los jóvenes, ya que muchas veces deja terribles cicatrices en sus rostros que ni el láser ni el ácido son capaces de borrar. Sin embargo, el tratamiento adecuado, en manos del profesional adecuado, puede ayudar a mejorar notablemente un caso extremo.
La exfoliación se recomienda a todas las personas, independientemente del estado de su piel, para ayudar a eliminar los residuos y evitar infecciones. Por lo general, aquéllos que poseen una piel sana y sin imperfecciones visibles, suelen recurrir a esta técnica después del verano, con el objetivo de completar el proceso de cambio de piel que tiene lugar a causa de la exposición al sol. Sin embargo, lo ideal es practicarla al menos una vez cada quince días.
Una de las formas más sencillas de realizar una exfoliación es con ayuda de una esponja vegetal, que se debe utilizar durante el baño y que viene en dos variedades: una para el rostro y otra para el resto del cuerpo. Dependiendo de las características de cada esponja, varía el grado de abrasión que produce en la piel; las más duras deben usarse con menos frecuencia que las suaves, ya que el exceso puede resultar muy perjudicial.
Con respecto al rostro, lo más recomendado es utilizar jabón de glicerina con ayuda de una esponja vegetal; si es posible, siempre da mejores resultados dilatar los poros con agua caliente antes del lavado, y cerrarlos con agua fría una vez terminado. Esta exfoliación es leve y sirve para mantener la cara limpia de impurezas, pero no puede producir grandes cambios ni borrar cicatrices o manchas.
Un método casero más abrasivo que la esponja se consigue mezclando bicarbonato en miel o jabón líquido, y luego usarlo para masajear activamente el rostro durante unos minutos, sin ejercer demasiada presión, sino cubriendo toda su superficie con pequeños y constantes movimientos circulares. Otro ingrediente que suele agregarse a la primera opción es jugo de limón. Al igual que con la esponja, se recomienda dilatar los poros antes de comenzar y finalizar con agua fría.
Para la dermatología, la exfoliación también puede ser el proceso natural de renovación de las células de la piel. Ante ciertas enfermedades, la piel adquiere una apariencia escamosa ya que las células muertas se acumulan en la epidermis.
La remoción de las hojas de una planta es otro proceso que recibe el nombre de exfoliación. La exfoliación puede producirse por causas naturales (el ciclo de la vida) o por acciones externas (la fuerza del viento).