Definición de etiqueta
El concepto de etiqueta tiene distintos usos y significados. Se trata de una señal, marca, rótulo o marbete que se adhiere a un objeto para su identificación, clasificación o valoración.
Las etiquetas comenzaron a utilizarse en la actividad comercial para describir el contenido de envases, recipientes y paquetes con mayor facilidad. Con el tiempo, más allá de su función básica de identificación, las etiquetas empezaron utilizarse como objetos decorativos con la intención de realzar la imagen del producto y resultar más atractivo para el consumidor.
Las etiquetas, en la actualidad, suelen incluir un código de barras que contiene información cifrada para la gestión automática en depósitos y puntos de venta. La etiqueta también puede permitir a los consumidores la participación de promociones y concursos.
Las etiquetas de los alimentos, por ejemplo, incluyen información sobre sus ingredientes, contenido calórico, fecha de elaboración y fecha de vencimiento. Las que se utilizan para clasificar la ropa, por otra parte, se centran en el talle y la composición de la prenda, además de informar sobre las técnicas recomendadas de lavado y planchado.
En otros sentidos, la noción de etiqueta se utiliza para hacer referencia al ceremonial de usos, costumbres y estilos que se deben respetar en ciertos ámbitos. La etiqueta menciona un cierto modo de comportamiento social según normas convencionales. Utilizar traje y corbata en las ocasiones solemnes, ser hospitalario con un invitado, masticar con la boca cerrada, no decir groserías en una reunión social, respetar los horarios con puntualidad y agradecer los regalos que se reciben forman parte de la etiqueta.
Por otra parte, en un sentido figurado, prejuzgar a una persona y asumir que pertenece a un grupo de gente en el cual todos actúan de la misma forma también se conoce como etiquetar a alguien. Esta costumbre no necesariamente tiene un tinte negativo, independientemente de la falta de precisión que conlleva generalizar, pasar por alto la individualidad de cada ser vivo, sin importar de qué especie se trate; de hecho, es muy común que las personas se etiqueten a ellas mismas, muchas veces para sentir la seguridad de formar parte de un conjunto.
Las etiquetas que se imponen a las personas son parte de la cultura de cada país, de cada región, y pueden dejar una huella altamente dañina en la mente. En lugares donde la formación académica y el trabajo son muy importantes y considerados indispensables para alcanzar la dignidad, como ocurre en Japón, alguien que no transite ese camino preestablecido por sus antepasados recibe una serie de calificativos despectivos, como el de «vago» o «haragán», que lo acompañarán el resto de su vida, a menos que logre compensar esa supuesta decepción con grandes logros.
También en el país del sol naciente, famoso por el gran nivel de disciplina y la necesidad de alcanzar la perfección, una persona que no sea capaz de leer o escribir correctamente es tildado de «lento» o «tonto»; cabe mencionar que entre los dos alfabetos propios del japonés y el conjunto de caracteres traídos del chino, el número total supera ampliamente los dos mil doscientos, aunque hay quienes conocen más de cinco y seis mil. Dicho esto, resulta un tanto injusto que la dificultad ante una tarea claramente demandante sea motivo de desprecio.
A nivel internacional, existen etiquetas que engloban el comportamiento de profesionales de ciertos campos; esto ocurre, por ejemplo, con los cantantes de ópera, de quienes se dice que suelen tener cuerpos voluminosos, además de ser buenos cocineros y cuidar sus voces de manera excesiva. Muchos creen también que las y los modelos no gozan de una gran inteligencia, que los hombres homosexuales son afeminados y que los gatos no se apegan a las personas con las cuales conviven. Quizás la única etiqueta acertada sería aquélla que definiera las etiquetas como erróneas y carentes de fundamento.