Definición de escuela rural
Procedente del vocablo latino schola, a su vez derivado del griego scholḗ, el término escuela alude a una institución donde se brinda instrucción a los estudiantes. Rural, por su parte, es un adjetivo que refiere al campo (en oposición a lo urbano).
Una escuela rural, por lo tanto, es un establecimiento educativo que está alejado de las ciudades. Sus alumnos son niños que suelen vivir en pequeños parajes o pueblos donde se desarrollan actividades agropecuarias.
Muchas veces los estudiantes pasan todo el día en la escuela rural, y en algunos casos incluso pernoctan en ella. Esto se debe a las largas distancias que pueden existir entre sus hogares y el establecimiento. A diferencia de lo que ocurre en las ciudades, en el entorno rural suelen registrarse inconvenientes para los traslados debido a la falta de medios de transporte y de caminos en buenas condiciones.
La escuela rural permite el acceso a la escolaridad a los hijos de los campesinos. De este modo la institución favorece la integración social y brinda oportunidades de progreso a quienes residen en regiones alejadas. De no existir estas escuelas, las familias deberían mudarse a ciudades o los pequeños no podrían asistir a clases.
Es importante mencionar que muchas veces las escuelas rurales tienen dificultades para cumplir con su objetivo de formación. Los problemas de infraestructura, la falta de maestros y la inasistencia del alumnado por cuestiones climáticas o trabajos estacionales son algunos factores que deben enfrentarse.
Otra problemática de las escuelas rurales es la necesidad de adaptar los contenidos a las diversas realidades regionales. El currículo de una escuela rural no puede ser igual al de una escuela urbana ya que los alumnos proceden de ámbitos muy distintos y se enfrentan a situaciones cotidianas diferentes.
Uno de los mayores beneficios de la escuela rural desde un punto de vista social es la oportunidad que les brinda a los niños de hacer amigos de su edad, ya que en el campo las casas suelen estar muy lejos unas de otras.
Por lo general, dada la preponderancia de la ciudad por sobre el campo, las críticas acerca de la escuela rural, así como los planes de acción para mejorarla surgen en la primera. De este modo, es común el tono de desprecio que opaca las descripciones de la escuela rural: en lugar de enfocarse en las ventajas que pueda tener con respecto a la urbana, simplemente enumeran una serie de problemas a esta altura bastante predecibles, y con eso justifican la supuesta superioridad de la urbe.
Uno de los puntos que suelen aparecer en las conversaciones acerca de la escuela rural es el porcentaje de niños que superan las diferentes etapas, es decir la primaria y la secundaria, así como de aquéllos que llegan a cursar estudios universitarios. Los números siempre están a favor de la ciudad, algo que hace regocijar a muchos expertos en el tema, pero la pregunta fundamental no es cuántos años estudia una persona sino qué aprende en el camino, especialmente qué valores adquiere.
Las conversaciones que oponen al campo y la ciudad pueden tener dos rumbos bien diferentes: si se habla de educación, la victoria es para la ciudad; sin embargo, si el tema es la calidad humana, el campo se perfila mucho mejor. En la actualidad ya no necesitamos mirar películas de ciencia ficción para imaginarnos en un futuro dominado por la tecnología, porque ya vivimos en él. La ciudad se ha convertido en un espacio que combina de forma imposible la multitud con la soledad, una idea de progreso bastante cuestionable que por diferentes razones aún no ha llegado al campo.