Definición de elección
El término elección alude al acto y la consecuencia de elegir: seleccionar o escoger algo o a alguien. El concepto proviene del vocablo latino electio.
Todas las personas eligen a cada instante. Qué desayunar y cómo vestirse para salir de casa, por ejemplo, son elecciones que la mayoría de la gente realiza diariamente apenas se despierta.
Una elección, en esencia, es el resultado de un proceso mental a través del cual se analizan diferentes alternativas y se opta por una de acuerdo a la conveniencia o a la valoración que se le atribuye. Supongamos que un hombre desea comprar un teléfono nuevo: después de estudiar los diversos equipos disponibles, debe elegir uno según los recursos de los que dispone y sus intereses. La elección, en este caso, implica concretar la adquisición de un aparato telefónico en particular.
En el caso de la homosexualidad, por ejemplo, cabe mencionar que hay quienes hablan de elección mientras que otros la consideran una cuestión que se desarrolla de forma espontánea, imposible de controlar. Nadie debería hablar de un tercero con más autoridad que él mismo para describir su personalidad o sus gustos, razón por la cual basta con que cada uno sepa cómo siente y, si así lo desea, por qué siente de esa determinada forma.
Tratar la homosexualidad como una elección puede tener un matiz negativo si lo hace alguien que no la acepta dentro de la normalidad, porque de este modo la acerca al terreno de los caprichos en lugar de reconocerla como una de las tantas posibilidades. Si bien en una sociedad ideal no deberíamos dedicar tiempo y energía a catalogar a la gente, sino dejarla vivir en paz mientras no invada nuestra libertad, si realmente sentimos la necesidad de calificar la sexualidad de alguien quizás el término más suave sea orientación.
Como se menciona en un párrafo anterior, una elección no es un estado sino un resultado, surge como consecuencia de una evaluación de variada complejidad y longitud, dependiendo del caso. De ninguna manera deberíamos confundir su significado con el de gustos, ya que estos se van formando a través de nuestras experiencias como parte de nuestra personalidad, tanto en el plano físico como en el emocional, y no podemos controlarlos de ninguna manera.
Estas diferencias entre gustos y elecciones pueden apreciarse en aquellas decisiones difíciles de la vida que nos llevan a inclinarnos por una opción que no nos agrada pero lo hacemos porque entendemos que nos conviene. Nuestros gustos son algo visceral, nos mueven más allá de nuestra voluntad a escoger actividades de ocio, ámbitos de interés para el estudio, personas que nos atraen físicamente, platos de comida, libros, canciones y películas; las elecciones, en cambio, pueden o no estar relacionadas con todo esto, ya que lo importante en ellas es el objetivo y no un impulso.
Existen múltiples tipos de elecciones: racionales, impulsivas, tomadas luego de mucho tiempo de reflexión, decididas de manera urgente, etc. En ocasiones, que haya numerosas opciones dificulta la elección, ya que la comparación de todas las posibilidades puede resultar compleja.
Cuando la noción se emplea en plural (elecciones), suele aludir al mecanismo democrático que permite a los ciudadanos, a través del sufragio, designar a los dirigentes que ejercerán cargos políticos. Las elecciones, de este modo, facilitan que los individuos tomen decisiones vinculadas a la gestión y la administración de los asuntos públicos.
Aunque el modo de desarrollo de las elecciones depende de cada país, lo habitual es que haya candidatos que se postulen para ocupar los cargos. Los habitantes, de este modo, tienen que votar para definir a quién o a quiénes les conceden la responsabilidad.