Definición de displicente
El vocablo latino displĭcens, derivado de displicēre, llegó al castellano como displicente. Así se califica a aquel o aquello que resulta altivo, altanero, apático o indiferente.
Por ejemplo: “No voy a tolerar la actitud displicente de nadie en este equipo”, “Cuando fue increpado por la mujer, el cantante se limitó a esbozar una sonrisa displicente”, “El presidente, en tono displicente, le aseguró a los empresarios que sabe perfectamente lo que está haciendo”.
El concepto de displicente suele emplearse en el terreno de los deportes para aludir al jugador que no obedece las indicaciones de su entrenador y que, por lo tanto, no respeta las estrategias o las tácticas del conjunto. Un deportista displicente, por otra parte, no se esfuerza al máximo ni muestra compromiso.
Supongamos que un futbolista siempre intenta resolver sus jugadas con alguna acción lujosa, que le permita destacarse a nivel individual aunque no sea eficaz ni útil para el equipo. Además no suele involucrarse en las tareas que no lucen pero que son necesarias para el conjunto. Por todos estos motivos, el futbolista en cuestión es calificado como “displicente” por los periodistas.
Se denomina displicencia, por otra parte, a la indiferencia o la abulia en el trato. De esta manera, el trato displicente es frío y apático, evidenciando desinterés por el otro y hasta reflejando, en algunos casos, una falta de respeto: “La mujer, desesperada, se acercó al gobernador para pedirle colaboración y el mandatario la trató de forma displicente, diciéndole que él ayudaba a todos los vecinos a través de sus decisiones políticas”.
Retomando la etimología de la palabra displicente, podemos decir que su pariente latino displicens, displicentis es el participio presente del verbo displicere, que puede traducirse como «desagradar, disgustar, no aprobar algo o estar lejos de cualquier consentimiento o placer». En la estructura de este verbo podemos notar la presencia del prefijo dis-, usado para denotar la separación por múltiples caminos, y el verbo placere, que se define como «agradar, complacer».
Como suele suceder con otras palabras del latín y, por extensión, de nuestro idioma, cuando se unen un verbo y un prefijo o un sufijo puede cambiar parte de su estructura; en el caso particular de displicere, se aprecia con claridad que la A de placere se cambió por una I (este fenómeno puede describirse de forma técnica diciendo que, en su vocal radical, el verbo sufre una apofonía).
El verbo latino placere hemos recibido otras palabras, entre las cuales se encuentran placentero, placebo, plácido, apacible, pleito (que en sus orígenes significaba «aquello que provoca satisfacción«) y compacer. Al combinarse con el sufijo dis-, por lo tanto, el sentido de este verbo y de su correspondiente adjetivo cambió por completo, para llegar a designar a la persona que evidencia desprecio y desagrado hacia algo, o bien que es desdeñosa.
Uno de los caminos más efectivos para comprender a fondo el significado de una palabra poco común en el habla cotidiana consiste en observar sus sinónimos, entre los cuales suele haber al menos uno que sí usemos con cierta frecuencia. La palabra displicente puede reemplazarse en muchos casos por las siguientes: apático, descortés, desagradable, desabrido, hosco, seco, desapacible e indolente. Con respecto a los antónimos, tenemos complaciente, agradable, simpático y amable.
En pocas palabras, podemos decir que a nadie le gustaría ser calificado de displicente, al menos en una relación donde busque la armonía, ya que se trata de un adjetivo que habla de una actitud mal vista por los demás. Por el contrario, sus antónimos son algunos de los adjetivos más deseados: siempre nos dibuja una sonrisa que nos consideren «simpáticos», «amables» o «agradables».