Definición de apatía
La apatía (del concepto latino apathia) hace referencia a la desidia, el desgano, la indiferencia y la falta de fuerza. Se trata, en otras palabras, del estado de ánimo impasible que se refleja en la ausencia de ganas o entusiasmo.
Algunos ejemplos donde aparece el término pueden ser: «El boxeador mostró una apatía alarmante sobre el ring», «Ese disco fue la banda de sonido perfecta para retratar la apatía de la época», «Deja la apatía y anímate a bailar con nosotros».
La apatía como patología es un término acuñado por la psicología y se trata de un trastorno afectivo que causa indiferencia frente a los acontecimientos, las personas o el medio que rodea al sujeto enfermo. El cual, lo manifiesta a través de una reacción vana frente a los estímulos que le llegan de afuera, o incluso los que nacen de su interior.
Cuando la apatía sólo aparece en casos específicos (dirigida hacia un individuo, una tarea o un contexto), suele tratarse de una respuesta frente al estrés. Tampoco hay que olvidar que, en ocasiones, la apatía no tiene nada de patológico y es, simplemente, desinterés por aquello que una persona piensa que no es relevante o interesante.
Cuando la apatía es diagnosticada de forma clínica, no tiene que ver con el tedio o la pereza. Sin embargo, a nivel coloquial, suele establecerse un vínculo entre estas nociones. Por eso un hombre puede decirle a su hijo expresiones como «Olvídate de la apatía y ponte a trabajar».
Para que sea diagnosticada es estrictamente necesario que se realice un examen neuropsiquiátrico en el cual no sólo se investiguen las condiciones en las que se encuentra el estado mental del paciente, sino también las características de su entorno y las aspiraciones del sujeto (actividades, objetivos, deseos, etc); porque todos ellos pueden condicionar la salud mental de la persona.
Cabe mencionar que la apatía puede presentarse también en personas con la enfermedad de Alzheimer y Demencia; en estos casos se encuentra relacionada con el funcionamiento cognitivo y las alteraciones del desempeño de cada día del individuo. En la mayoría de los casos este trastorno se encuentra acompañado por síntomas depresivos.
Si la apatía no es patológica, es posible revertirla con diversos estímulos según los intereses de la persona en cuestión. Un cierto tema musical, una fotografía inspiradora o un aromatizante son algunos elementos que puede ayudar a superar un estado apático leve.
La apatía emocional puede dañar al individuo afectado y a su entorno pero no se resuelve tan simple como decidiendo hacer cosas contra ella. Hay que comprender su origen y elaborar el modo de salir de ese bache, a fin de que una vez resuelto, el paciente no pueda caer nuevamente en él.
Apatía sexual
Se habla de apatía o inhibición sexual cuando en una pareja una de las partes no siente pasión o deseo sexual con respecto al otro (generalmente tampoco con otros individuos que no sean parte de la pareja). Esta carencia de pasión se muestra con un claro desinterés hacia el contacto físico y las relaciones sexuales. La apatía puede diagnosticarse cuando desciende parcial o totalmente la cantidad de veces que una persona se siente incitada a tener contacto sexual con otra.
La apatía sexual es de tipo primaria cuando la persona la ha manifestado desde el comienzo de sus encuentros sexuales, y secundaria cuando surge después de que ha existido un período normal y satisfactorio de actividad sexual. La apatía también puede ser selectiva, cuando sólo se hace presente con una persona en particular. Finalmente, se habla de apatía sexual general cuando es estable y permanente.
Cabe señalar que algunos autores denominan la apatía sexual como Trastorno Hipoactivo del Deseo Sexual y antes de ser diagnosticada deben descartarse enfermedades mentales que lleven al sujeto a perder el interés sexual, que el sujeto se encuentre ingiriendo alguna droga que pueda provocar esa apatía.
Las causas de la apatía sexual suelen estar relacionadas con niveles altos de ansiedad provocados por una educación moral demasiado exigente, experiencias sexuales previas traumáticas o sentimientos de autorechazo (sentirse poco atractivo o infravalorarse).
La mejor forma en la que se puede abordar esta patología es logrando que el enfermo tome conciencia de los problemas y los enfrente; incentivarlo a que se atreva a dar y recibir amor valorándose y valorando al otro y sobre todo, que entre en contacto con los sentimientos más profundos y los deseos. En una palabra, enfocando la existencia en revivir esa parte dormida de la persona enferma, su sexualidad.