Definición de consciente
Determinar el origen etimológico del término consciente nos lleva hasta el latín. Y es que emana del vocablo latino “conscientis”, que se encuentra conformado por tres componentes: el prefijo “con-“, que es equivalente a “reunión”; el verbo “scire”, que es sinónimo de “saber”, y finalmente el sufijo “-nte”, que puede traducirse como indicador de “agente”.
Consciente es quien siente, piensa y actúa con conocimiento de lo que hace. Por ejemplo: “Soy consciente que me espera un duro desafío, pero confío en mi capacidad para llegar a buen puerto”, “Los jóvenes no son conscientes de los peligros de la droga”, “Tienes que ser más consciente y no conducir si has bebido”, “Pese al golpe en la cabeza, el niño nunca dejó de estar consciente”.
Lo consciente está asociado a la conciencia, que es el acto psíquico a través del cual un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo. La conciencia no tiene un correlato físico exacto, sino que está vinculada a la actividad mental que sólo es accesible para el propio individuo y al conocimiento reflexivo de las cosas.
Esto quiere decir que lo consciente es inaccesible desde el exterior de la persona. La psicología cree que la conciencia es un estado cognitivo no-abstracto que permite al ser humano interpretar e interactuar con los estímulos externos que forman la realidad. El psicólogo no puede acceder a la conciencia del paciente, pero si puede interpretarla a partir de lo que el paciente relata o evidencia.
Es importante establecer que dentro de la psicología, el médico austríaco Sigmund Freud determinó tres sistemas que dan forma al aparato psíquico. En concreto, habló de consciente, inconsciente y preconsciente, que van estrechamente unidos entre sí.
Además de todo lo expuesto, tendríamos que subrayar la existencia también de lo que se ha dado en llamar alimentación consciente. Con ella lo que intenta expresarse es la necesidad de comer pensando, es decir, no cometiendo abusos y protegiendo el bienestar y la salud.
Muchas son las reglas que vienen a asentar las bases de esa alimentación, no obstante, entre todas ellas destacarían las siguientes:
• Hay que comer disfrutando de lo que se tiene en el plato, de sus olores y de su sabor.
• Hay que dejar de ingerir los alimentos muy rápido.
• Es necesario controlar las porciones que se toman.
• Es fundamental tener claro que el control de lo que se puede comer y de lo que no está en las manos de cada uno.
Estas son algunas de las máximas de la citada alimentación consciente que viene a determinar que su objetivo principal es que cualquier persona pueda disfrutar del placer que supone comer.
Para la filosofía, la conciencia es la facultad humana para decidir acciones y asumir la responsabilidad de las consecuencias según la concepción del bien y del mal. Una persona consciente, en este sentido, es aquella responsable, que no actúa con negligencia y que trata de minimizar las consecuencias negativas de sus actos.