Definición de concupiscencia

Para poder conocer el significado del término concupiscencia se hace necesario, en primer lugar, descubrir su origen etimológico. En este caso, podemos exponer que deriva del cultismo “concupiscentia”, que puede traducirse como “ambición” o “codicia”. Un cultismo que, a su vez, deriva del verbo “concupiscere”, que es sinónimo de “codiciar de forma fuerte”.

El concepto está vinculado a la moral y alude al anhelo exagerado de satisfacer deseos terrenales, alejados de lo espiritual o de lo profundo.

La idea de concupiscencia aparece con frecuencia en el terreno de la religión. Para los cristianos, la concupiscencia está dada por aquellos deseos que no resultan gratos a Dios. El ser humano, a partir del pecado original, tendría una propensión a actuar de manera alejada al mandato divino: por eso, para acercarse a Dios, es necesario controlar la concupiscencia.

Puede decirse que la concupiscencia es el deseo desmedido de satisfacción carnal. Este apetito, que suele relacionarse con lo sexual, resulta opuesto a lo racional. Lo concupiscente gratifica los sentidos, mientras que la razón –indican los cristianos– debe subordinarse a Dios.

Podemos establecer que aunque se asocia, sobre todo, con lo que son los deseos carnales, sexuales, también es concupiscencia el deseo irrefrenable a tener bienes terrenales.

La concupiscencia, en definitiva, es la tendencia a incurrir en el pecado. Es importante tener en cuenta que, en la moral cristiana, el disfrute libre de la sexualidad es condenado. Por eso lo concupiscente es pecaminoso y se opone a Dios. Los impulsos internos, en este marco, deben manejarse de manera racional y con prudencia para no alejarse del camino de Dios, sostienen los cristianos.

La teología indica que la concupiscencia no es un pecado en sí misma, sino que es el origen del acto pecaminoso. La concupiscencia, engendrada en el pecado original, es la tentación a obrar de manera incorrecta. Si el hombre se corrompe y cae en la tentación, se entrega al mal, siempre de acuerdo a la moral del cristianismo.

Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto el hecho de que se suele hablar de dos tipos de concupiscencia fundamentalmente.
Así, por un lado, se encuentra la concupiscencia actual, que es la que viene a hacer referencia a lo que son los deseos desordenados. Por otro lado, se halla la concupiscencia habitual. Bajo este término se encuentra la tendencia a sentir esos deseos.

En el ámbito religioso, se viene a establecer que cualquier persona puede vencer el deseo irrefrenable que responde al nombre de concupiscencia. En este caso concreto hay que indicar que se indica que se podrá evitar caer en la misma cuando el individuo tiene el deseo en su corazón de agradar a Dios más que a sí mismo. De ser así conseguirá mantener a raya lo que es la concupiscencia, que dentro de la religión se ha convertido en protagonista de historias y pasajes varios. En concreto, sobre ella han girado desde el caso de Eva y la serpiente hasta el censo de David.

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