Definición de conclusión
Un vocablo griego llegó al latín como conclusĭo, que derivó en nuestro idioma en conclusión. Se conoce como conclusión al acto y la consecuencia de concluir: finalizar, terminar o completar algo.
Una conclusión, por lo tanto, puede ser la finalización de un evento, una actividad, un proceso, etc. Por ejemplo: “La conclusión del congreso tendrá lugar el próximo viernes a las 18 horas”, “Ya no falta tanto para la conclusión de las vacaciones: tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda”, “El gol decisivo llegó dos minutos antes de la conclusión del partido”.
También se llama conclusión a la idea que deriva del análisis o el estudio de distintas circunstancias. Después de considerar diversas informaciones, una persona puede llegar a una conclusión: “Ya te he contado todo lo que ha hecho tu primo, ahora me gustaría que me digas cuál es tu conclusión al respecto”, “¿Quieres canjear tu motocicleta usada por mi automóvil nuevo? En conclusión, pretendes estafarme”, “He leído los informes que han presentado los gerentes y mi conclusión es que debemos invertir más dinero en el área de mercadotecnia”.
Para llegar a la instancia en la cual es posible dar con una conclusión, es necesario atravesar una serie de etapas, la primera de las cuales es la propia recepción de la información: ya sea que leamos un artículo, o que alguien nos presente un conjunto de datos ordenados con respecto a un tema del cual quiere hacernos partícipe, es imposible sacar una conclusión sin contar con el mensaje inicial.
Para pasar a la segunda etapa, que consiste en estudiar detenidamente la información recibida en la anterior, es necesario tener una serie de conceptos que nos permitan comprenderla y analizarla; en otras palabras, debemos poseer un conocimiento previo del tema, ya que de otro modo nos faltarían herramientas para seguir adelante.
Al hacer uso de nuestra preparación, somos capaces de entender el mensaje inicial y también de emitir un juicio al respecto, y es aquí donde el proceso se complejiza: la intención del emisor, independientemente del canal por le cual nos haya transmitido el mensaje, no siempre se cumple una vez que éste llega a nosotros, no sólo porque nuestra opinión pueda diferir desde un punto de vista técnico, sino también por las cuestiones morales que puedan verse implicadas.
Por ejemplo, si nuestro empleador nos propone un acuerdo ilegal que nos permitiera ganar mucho más dinero a costa del perjuicio de otros trabajadores, deberíamos rechazar la oferta antes de estudiarla detenidamente; en otras palabras, no podemos evitar llegar a una conclusión (en este caso, negativa), pero la misma no surgiría de un largo proceso de análisis, sino que sería una respuesta casi inmediata, producto de nuestros principios.
Si, en cambio, el tema a tratar es meramente técnico y nos piden que lo estudiemos con tranquilidad para exponer nuestra opinión al respecto, podremos hacer uso de nuestro trasfondo cultural y académico para llegar a una conclusión que le permita a la otra parte reforzar o repensar sus ideas.
En situaciones más cotidianas, el proceso suele ser considerablemente más corto; por ejemplo, si un amigo nos expone su situación laboral y nos pregunta si creemos que le conviene buscar un nuevo empleo, probablemente seamos capaces de llegar a una conclusión en el momento.
En el terreno de la lógica, la conclusión es la proposición que aparece al término de un argumento, tras las premisas. Se trata de la proposición lógica final que se deduce de las anteriores. Veamos un ejemplo:
1. Todas las personas que están vivas, respiran.
2. María es una persona y está viva.
3. Por lo tanto, María respira.
En este argumento, la tercera proposición es la conclusión: si todas las personas vivas respiran y María es una persona viva, la conclusión es que María, por lo tanto, también respira.