Definición de comunicación

Un primer acercamiento a la definición de comunicación puede realizarse desde su etimología. La palabra deriva del latín communicare, que significa “compartir algo, poner en común”. Por lo tanto, la comunicación es un fenómeno inherente a la relación que los seres vivos mantienen cuando se encuentran en grupo. A través de la comunicación, las personas o animales obtienen información respecto a su entorno y pueden compartirla con el resto.

El proceso comunicativo implica la emisión de señales (sonidos, gestos, señas, etc.) con la intención de dar a conocer un mensaje. Para que la comunicación sea exitosa, el receptor debe contar con las habilidades que le permitan decodificar el mensaje e interpretarlo. El proceso luego se revierte cuando el receptor responde y se transforma en emisor (con lo que el emisor original pasa a ser el receptor del acto comunicativo).

La comunicación se desarrolla mediante el envío de señales que permiten transmitir un mensaje.

En el caso de los seres humanos, la comunicación es un acto propio de la actividad psíquica, que deriva del pensamiento, el lenguaje y del desarrollo de las capacidades psicosociales de relación. El intercambio de mensajes (que puede ser verbal o no verbal) permite al individuo influir en los demás y a su vez ser influido.

Cómo se desarrolla la comunicación

Entre los elementos que pueden distinguirse en el proceso comunicativo, se encuentra el código (un sistema de signos y reglas que se combinan con la intención de dar a conocer algo), el canal (el medio físico a través del cual se transmite la información), el emisor (quien desea enviar el mensaje) y el receptor (a quien va dirigido).

Todos y cada uno de estos elementos son de vital importancia para que la comunicación se pueda realizar con éxito. En primer lugar tenemos el código; basta con que una de las dos partes no lo conozca con el mismo grado de profundidad de la otra para que se presenten problemas de comprensión. Esto puede pasar, por lo tanto, en cualquiera de las dos direcciones pero también de diferentes maneras en cada una: que el emisor utilice signos o reglas que el receptor no sea capaz de decodificar, o bien que no cuente con los conocimientos suficientes para expresar su mensaje.

En una comunicación telefónica, el emisor y el receptor intercambian roles constantemente.

La importancia del código y del canal

En los casos en los que el emisor tiene las herramientas necesarias, es importante que adapte su uso del código a las características de sus interlocutores en cada conversación. No es lo mismo explicar a un niño pequeño un concepto de matemáticas que intentar vender un seguro para el hogar a un adulto: el idioma puede ser el mismo, pero las partes del mismo que nos conviene aprovechar en cada caso son diferentes.

Luego está el canal, un concepto que en la actualidad es más amplio que nunca: puede tratarse del aire, de una transmisión por Internet, televisión, teléfono, de una hoja de papel, etcétera. Escoger el canal adecuado es fundamental para que el uso del código se aproveche al máximo pero también para darnos la oportunidad de usar ciertos recursos que sólo están disponibles en algunos. Por ejemplo, no podemos dar un abrazo si no estamos junto a la otra persona (un emoticono no es lo mismo).

Ruido en la comunicación

La comunicación puede ser afectada por lo que se denomina como ruido, una perturbación que dificulta el normal desarrollo de la señal en el proceso (por ejemplo, distorsiones en el sonido, la afonía del hablante, la ortografía defectuosa).

El ruido, a su vez, puede ser espontáneo o voluntario; si bien en cualquier caso produce resultados que perjudican la comunicación, sobra decir que solamente deberíamos tolerar el primero. Si el emisor tiene dificultades para hablar o escribir por cuestiones genéticas o de salud, debemos adaptarnos a ellas y hacer un esfuerzo mayor para entender sus mensajes.

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