Definición de campestre
Del latín campestris, campestre es un adjetivo que se utiliza como sinónimo de campesino y que, por lo tanto, hace mención a aquel o aquello perteneciente al campo o propio de él.
Por ejemplo: “La vestimenta campestre se adapta a las tareas habituales que se realizan en el entorno rural”, “Me gustaría pasar el fin de semana en una casa campestre, rodeado de animales y cultivos”, “La vida campestre es mucho más sacrificada de lo que piensas: debes levantarte antes de las 6 de la mañana y recién terminas con las labores al anochecer”.
Aplicado a una reunión, una comida o una fiesta, el adjetivo campestre refiere a que se celebra en el campo: “El almuerzo campestre incluyó cordero, chancho y otras delicias”, “La cantante coronará su matrimonio con una celebración campestre que incluirá espectáculos de doma”, “Los principales terratenientes de la zona se encontraron en una reunión campestre donde debatieron qué postura tomar ante las nuevas decisiones del gobierno”.
Lo campestre, en definitiva, es todo aquello que tiene lugar en el campo o que está vinculado a él. Puede hablarse, por lo tanto, de actividad campestre, costumbre campestre, etc.
Campestre, por otra parte, es el nombre de un municipio del estado de Minas Gerais, en Brasil. Su población supera los 22.000 habitantes quienes, en su mayoría, se dedican al ganado y a las plantaciones de café.
Cabe resaltar que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) también menciona una definición de campestre como un baile antiguo de México.
Los beneficios de la vida campestre
Si bien existen muchos prejuicios en contra de la vida en el campo y mucho desconocimiento que lleva a asunciones falsas, tales como que la gente que no vive en la ciudad suele ser analfabeta o preocuparse poco por instruirse, también es sabido que estar en contacto con la naturaleza tiene innegables beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente.
En primer lugar, la vida campestre suele acarrear una despreocupación por las tendencias de la moda, ya que la exposición a grandes grupos de personas y al qué dirán no tiene lugar lejos de las áreas de población densa. Esto puede parecer negativo para aquéllos que viven obsesionados con tener lo último de lo último, pero una bocanada de aire fresco para quienes no soporten ser juzgados por cada cosa que dicen, por cómo visten y por la antigüedad de sus pertenencias.
Por otro lado, si bien trabajar la tierra es más demandante físicamente que estar sentado en una oficina durante 8 horas, el desgaste mental es mucho menor y basta con dormir para recuperar las energías; en la ciudad, la gente cada vez necesita de más complementos vitamínicos y medicamentos milagrosos que los ayuden a soportar el día a día.
La alimentación es otro de los puntos fundamentales que suele ser de mejor calidad en un entorno campestre, ya que es muy normal contar con la posibilidad de cultivar frutas y verduras, evitando la necesidad de comprar productos que hayan sido refrigerados o que hayan atravesado procesos químicos.
Un paisaje campestre es en sí mismo relajante y nos invita a pensar y a conectarnos con nuestros orígenes. Los seres humanos tendemos a creernos superiores al resto de las especies vivas, olvidando que formamos parte de un todo, del mismo planeta, que nos alimenta y nos ofrece desinteresadamente un sinfín de recursos para nuestro bienestar.
La vida en la ciudad no es necesariamente mala, ni la campestre innegablemente buena; ambas experiencias pueden mejorar si toman lo mejor de la otra. En nuestro estado evolutivo necesitamos de un sistema de salud para superar ciertos trastornos, por lo cual nos resulta conveniente estar muy bien comunicados; por otro lado, el cultivo de nuestra propia comida y el contacto con la naturaleza aporta grandes beneficios a cualquier persona que desee acercarse más a sí misma.