Definición de cambio físico
La noción de cambio físico tiene dos grandes acepciones. Por un lado se utiliza para nombrar a las variaciones de magnitudes físicas que se registran en una sustancia. Por otra parte, la idea de cambio físico puede aludir a las modificaciones del cuerpo de un ser humano.
Los cambios de estado de una materia son ejemplos de cambios físicos. Cuando el agua que está congelada es sometida al calor y se derrite, volviéndose líquida, se genera un cambio físico de esta sustancia. Sin embargo, su composición química sigue siendo la misma: sus moléculas no dejan de estar formadas por un átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno. Lo mismo ocurre si el líquido es calentado hasta que se evapora y pasa al estado gaseoso. Allí se produce otro cambio físico del agua sin que exista una modificación química.
El ser humano hace un uso extensivo de los cambios físicos de la materia, tanto de los básicos (como ser los que se mencionan en el párrafo anterior) como de los más difíciles de replicar. En nuestras casas hervimos y congelamos agua todos los días, por lo general sin ser conscientes de estar presenciando –y provocando– fenómenos que pertenecen al ámbito de una de las ciencias más significativas para nuestra especie.
Entre los cambios de estado más comunes se encuentra el magnetismo, un fenómeno que también podemos apreciar en el día a día. Se trata de un proceso que, como el cambio de estado que lleva al agua de ser un líquido a hielo o vapor, no afecta la composición química de los materiales de hierro.
Por otro lado tenemos la cristalización, que se presenta en un gran número de compuestos y elementos químicos, como ser el carbono, el cual se puede encontrar en diversas formas, tales como el grafito y el diamante. Algunas de las propiedades físicas que atraviesan modificaciones importantes en los metales que pueden formar cristales son la ductilidad y la fuerza.
La separación de ciertos compuestos, por medio de método como ser la evaporación o la destilación fraccionada, también forma parte del conjunto de cambios físicos, ya que no acarrea una alteración en la composición física de los compuestos involucrados.
En cuanto al cambio físico de una persona, se advierte a partir de la evolución de su aspecto. El proceso que lleva a un niño a convertirse en adolescente genera un evidente cambio físico: su altura crece, se desarrolla la musculatura, surge vello en zonas corporales donde antes no había, etc.
Un hombre que se somete a una liposucción y que comienza a entrenar en un gimnasio tres veces por semana es probable que logre un importante cambio físico en el mediano plazo. Una mujer que se realiza una cirugía estética e incrementa considerablemente el tamaño de su busto mediante implantes de silicona también provoca un cambio físico, en este caso inmediato.
El cambio físico también puede darse para peor, y en ambos casos existen dos puntos de vista desde los cuales podemos analizar la situación: el de la salud y el de las convenciones. Consumir fármacos para moldear el cuerpo puede traer un buen resultado a nivel estético, pero a la vez dañar el organismo, así como un cambio drástico en el peso corporal puede afectar ambos campos.
Para la sociedad en general, el sobrepeso es sinónimo de fealdad, es una característica que afecta negativamente el aspecto de una persona; sin embargo, lo que verdaderamente debería importarnos es la salud. Cualquier extremo puede ser negativo, tanto la pérdida excesiva de peso como la obesidad, independientemente de la opinión que tengan quienes dirigen las tendencias de la estética. Por eso, la forma de valorar un cambio físico varía según el punto de vista.