Definición de burdel
El concepto de burdel podría proceder del occitano bordel o del catalán bordell. El término alude al sitio destinado al ejercicio de la prostitución. Por ejemplo: “El cantante gastó miles de dólares en un burdel”, “Los vecinos realizaron una protesta por los disturbios que suelen generarse en un burdel ubicado frente a una escuela”, “Siempre sentí pena por las mujeres que deben trabajar en un burdel”.
Burdel es sinónimo de prostíbulo, lupanar y mancebía, todas nociones que hacen referencia a los establecimientos que brindan servicios sexuales a través de prostitutas (es decir, de mujeres que cobran para mantener relaciones íntimas). Cabe destacar que en muchos países los burdeles se encuentran prohibidos por ley.
Durante muchos años los burdeles fueron los lugares más habituales donde una persona acudía para contratar los servicios de una prostituta. Con el auge de Internet, surgieron sitios web que establecen el contacto directo entre la prostituta y el cliente, eliminando la necesidad de espera en un espacio físico. También, ante los problemas legales, los burdeles dieron lugar a departamentos (apartamentos) privados que alojan a las prostitutas durante su jornada laboral.
Antes de estos cambios, los burdeles solían consistir en un bar y en un conjunto de habitaciones. El bar funcionaba como recepción de los clientes y como lugar de espera. Una vez que el cliente elegía a la prostituta tras observarla con poca ropa y acordaba el servicio que deseaba recibir, ambos pasaban a las habitaciones para mantener relaciones. Por lo general, estos burdeles eran administrados por mujeres conocidas como madamas o matronas, o por hombres que explotaban económicamente a las prostitutas (los proxenetas).
Es muy importante distinguir entre las diferentes clases de organizaciones a través de las cuales se desempeña la prostitución. Por un lado tenemos los grupos mafiosos que secuestran y explotan a las personas, privándolas de su libertad y forzándolas a mantener relaciones sexuales, además de otras actividades generalmente ilegales. Sin embargo, hay burdeles en los cuales las personas deciden trabajar sin que nadie las presione y pueden incluso rechazar a los clientes que no les parezcan fiables.
Para algunas mujeres, trabajar en un burdel es un estilo de vida que tiene sus beneficios, y que resulta mucho menos desagradable o peligroso de lo que piensa la mayoría. En primer lugar, si bien el sexo es un tabú para muchas personas, otras lo consideran una parte natural de la vida, que desean celebrar tan seguido como sea posible sin preocuparse por el qué dirán; para ellas, acostarse con más de una decena de clientes a lo largo de una noche de trabajo lejos está de ser una actividad indigna, especialmente cuando llega el día de pago.
Las prostitutas que trabajan en burdeles de mediana o alta categoría pueden ganar una buena cantidad de dinero al mes, sin las ataduras ni lo peligros asociados a los proxenetas. Además, si consideran que un potencial cliente es agresivo, arrogante o está demasiado ebrio, tienen la libertad de rechazarlo. Todo esto no significa que sea el puesto de empleo del milenio, ya que tiene varios aspectos negativos.
En primer lugar se encuentra el rechazo de la sociedad; no sólo la prostitución es ilegal en muchos países, sino que para la mayoría de las personas es una actividad despreciable y arriesgada. Por otro lado, mantener relaciones sexuales por obligación tantas veces a la semana con extraños no es comparable con la intimidad que puede lograrse con nuestra «otra mitad», ésa que surge del enamoramiento o del amor, que se da de forma espontánea. A ésto último se suma que para una prostituta no es muy fácil conseguir pareja, alguien que entienda y acepte su trabajo.