Definición de bazo
El vocablo latino badius, que puede traducirse como “rojizo”, llegó a nuestra lengua como bazo. De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), el concepto puede aludir a un color cobrizo con tendencia al amarillento.
El uso más habitual de la noción, de todos modos, se encuentra en el ámbito de la anatomía. El bazo es una víscera de los animales vertebrados cuya forma varía, pero que suele ubicarse cerca del estómago, a su costado izquierdo.
El bazo, de tonalidad rojiza, contribuye en el desarrollo de los linfocitos (células linfáticas que participan en las reacciones inmunitarias) y en la destrucción de los glóbulos rojos sanguíneos que ya han caducado.
En el ser humano, el bazo es oblongo y de forma aplanada. Suele medir ocho centímetros y medio de ancho y unos trece centímetros de largo, con un grosor de tres centímetros y medio y un peso que supera los 125 gramos pero que no llega a los 200.
Este órgano se encuentra en el sector izquierdo superior de la cavidad abdominal y mantiene vínculo con el riñón izquierdo, el diafragma y el páncreas. Habitualmente el bazo no puede palparse en las personas adultas.
Entre las funciones que cumple el bazo en el organismo humano se encuentran la maduración y la eliminación de glóbulos rojos y la inmunidad celular y humoral. Cuando el órgano presenta algún tipo de daño o patología y debe ser extirpado ya sea total o parcialmente, se apela a una esplenectomía. Esta intervención quirúrgica suele llevarse a cabo a través del método conocido como laparoscopia.
Hipertrofia del bazo
También conocida como esplenomegalia, la hipertrofia del bazo aparece como consecuencia de otro trastorno, y no se considera una enfermedad propiamente dicha. El número de problemas que pueden causarla es muy alto, razón por la cual es necesario descartar ciertas afecciones antes de dar con la causa específica. Es importante señalar que cuando el bazo se agranda necesita un mayor volumen de sangre y si no la recibe puede dañarse o incluso dejar de funcionar por completo.
Dado que las causas de la hipertrofia del bazo son tantas, es necesario dividirlas en varios grupos, como puede apreciarse en la siguiente lista:
* infecciones: hepatitis, brucelosis, leishmaniosis visceral, mononucleosis infecciosa, psitacosis, paludismo, sífilis, endocarditis bacteriana subaguda y tuberculosis;
* anemias: esferocitosis hereditaria, eliptocitosis hereditaria, talasemias y anemia de células falciformes;
* trastornos mieloproliferativos y neoplasias hematológicas: leucemia, policitemia vera, mielofibrosis y linfoma de Hodgkin y otros linfomas;
* tesaurismosis: en este grupo de posibles causas de la hipertrofia del bazo se encuentran varias enfermedades, como la de Gaucher, la de Letterer-Siwe, la de Hand-Schüller-Christian, la de Niemann-Pick y la de Wolman.
Además de las causas recién mencionadas, existen otras que no pueden clasificarse con facilidad, y entre ellas encontramos: cirrosis, amiloidosis, trombosis de la vena porta o la esplénica, quistes en el bazo, síndrome de Felty, sarcoidosis, lupus eritematoso sistémico y presión sobre la vena porta o la esplénica.
Con respecto a los síntomas de la hipertrofia, resultan difíciles de identificar ya que no son muchos y pueden parecerse a los de otros trastornos. Por ejemplo, dada la proximidad entre el bazo y el estómago, puede ocurrir que lo comprima y que genere al sujeto la sensación de saciedad a pesar de no haber ingerido ningún alimento. También son comunes el dolor de espalda en la región cercana al bazo y las molestias en la zona superior izquierda del abdomen.
El tratamiento de la hipertrofia del bazo suele centrarse en el trastorno subyacente, aunque también existen recomendaciones específicas para los pacientes, como ser que eviten cualquier actividad que pueda acarrear golpes o impactos contra la zona del bazo, ya que bajo estas condiciones es más propenso a desgarros y hemorragias imposibles de controlar.