Definición de asbesto

Muchas veces el término asbesto se utiliza como sinónimo de amianto. Sin embargo, estos conceptos hacen referencia a distintos tipos de minerales. Por lo tanto, para comprender qué es el asbesto, vale la pena recordar también la definición de amianto.

El vocablo griego amíantos (que puede traducirse como “sin mancha”) pasó al latín como amiantus y luego llegó a nuestra lengua como amianto. Se trata de un silicato de hierro, alúmina y cal que resulta incombustible y que cuenta con fibras de color blanquecino y gran flexibilidad.

En cuanto al asbesto, su recorrido etimológico se inicia en el griego ásbestos y continúa en el latín asbestos antes de llegar al castellano. El asbesto también es un mineral y tiene características similares al amianto, aunque sus fibras presentan rigidez y son duras. Esta particularidad de las fibras, por lo tanto, diferencia el asbesto del amianto.

Es importante destacar que el asbesto y el amianto son dañinos para la salud. En la antigüedad, ya se registraban advertencias sobre el riesgo sanitario que implicaba la manipulación de estos minerales. Por eso, en la actualidad, el asbesto se encuentra prohibido en varios países de Europa y su utilización se redujo.

Más allá de las advertencias y las prohibiciones, aún se emplea el asbesto en diversos contextos gracias a sus propiedades químicas, físicas y mecánicas. El material, además, es fácil de obtener. No se puede obviar, de todos modos, que inhalar asbesto puede provocar una enfermedad conocida como asbestosis que puede complicarse generando una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o cáncer.

Es importante señalar que son varios los factor que pueden afectar el riesgo de contraer una enfermedad vinculada con el asbesto, y su estudio resulta clave para que los profesionales de la salud sepan qué camino tomar a la hora de tratar a un paciente. Los puntos a tener en cuenta son los siguientes:

* dosis: se trata del volumen de este mineral al cual la persona ha estado expuesta;

* duración: por cuánto tiempo se ha extendido dicha exposición al asbesto;

* factores personales: en este grupo entran ciertos problemas personales que puedan repercutir en el riesgo, como ser una enfermedad pulmonar que el paciente tuviese antes del contacto con el asbesto, o bien determinados hábitos negativos para la salud, como el tabaquismo;

* características de las fibras: antes de poder estimar el riesgo de aparición de una enfermedad como resultado de la exposición al asbesto, es muy importante analizar los rasgos de la fuente, y esto incluye la composición química de sus fibras, su forma y su tamaño.

Si bien todos los tipos de asbestos presentan peligros para nuestra salud, cada uno de ellos está vinculado a diferentes riesgos. Por ejemplo, diversos estudios científicos señalan que el asbesto crisótilo es menos peligroso que el anfibólico, en especial si nos centramos en el riego de mesotelioma, ya que puede tardar más tiempo en retirarse de los pulmones.

Con respecto al tabaquismo, mencionado en la lista anterior de factores de riesgo, se sabe que los fumadores tienen un riesgo mayor de padecer cáncer de pulmón que los demás, y esto deriva en que su exposición al asbesto potencie dicha probabilidad. Para los fumadores que no pueden evitar el contacto con este material por cuestiones laborales, existe al menos la posibilidad de plantearse dejar el tabaco, ya que esto repercutiría positivamente en el riesgo.

Algunos de los síntoma más comunes de la exposición inadecuada al asbesto, y ante los cuales se recomienda consultar con un médico, son los siguientes:

* pérdida anómala de peso;

* dificultad para tragar los alimentos;

* tensión o dolor en el pecho;

* ronquera, silbidos o falta de aire;

* falta de fuerza para realizar las tareas cotidianas o bien para mantenerse despierto;

* tos con flema y sangre, que se vuelve peor con el tiempo.

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