Definición de apelar

El verbo apelar proviene de appellāre, un vocablo latino que puede traducirse como “llamar”. El concepto se utiliza para nombrar a la acción de recurrir a una persona o a una entidad que, por su sabiduría, su discernimiento o su autoridad, está en condiciones de solucionar o resolver un asunto.

Por ejemplo: “Voy a apelar al presidente de la empresa para ver si puede ayudarme con este problema”, “No tengo por qué apelar a nadie, yo puede resolver la cuestión por mi propia cuenta”, “Si el gobierno no revierte su decisión, vamos a apelar a las organizaciones de derechos humanos”.

El uso más habitual de la noción se encuentra en el terreno judicial. Apelar, en este marco, implica acudir a un tribunal o a un juez de instancia superior para que revierta una decisión tomada por un estrato inferior.

Apelar es un recurso procesal que pretende que el tribunal superior rectifique un fallo de uno inferior, siempre actuando de acuerdo a lo establecido por las leyes. El recurso de apelación aparece cuando una de las partes de un litigio no se encuentra conforme con la decisión de un tribunal o de un juez. Ante esta situación, decide apelar a un órgano superior para que revise el fallo y, en caso de que encuentre alguna falencia, se encargue de corregirla con una nueva sentencia. Cuando ya no es posible apelar, se dice que la sentencia queda firme.

De la misma manera, no podemos pasar por alto que, dentro de lo que es la lógica, se utiliza un término o expresión que incluye el verbo que ahora nos ocupa. Nos estamos refiriendo a apelar a las emociones.

Esa expresión tenemos que exponer que se trata de una falacia (argumento que parece válido pero que no lo es) con la que se pretende tratar de manipular las emociones de la persona que se tiene enfrente. De esta manera, se opta por ese recurso en lugar de usar un argumento real y verdadero, válido, para así poder ocultar algo.

Además no podemos olvidar que existen varios tipos de falacia que utilizan el verbo que nos ocupa. En concreto, entre las mismas podemos destacar:
-Apelar al ridículo, que consiste en exponer los argumentos de la otra persona como irrisorios.
-Apelar a las consecuencias. Se trata básicamente de poder responder el argumento de otra persona haciendo utilización de la exposición de las consecuencias negativas o positivas que pueda tener aquel.
-Apelar al miedo. Dentro del ámbito de la lógica se usa en numerosas ocasiones esta falacia que consiste en hacer utilización de mentiras y de engaños para apoyar un argumento o postura. Básicamente lo que se persigue al acometer esto es incrementar el miedo y el prejuicio de la persona a la que se dirige la citada. Un ejemplo de lo expuesto sería la siguiente frase: “Si no actúas ahora como es debido, luego será demasiado tarde”.

La idea de apelar también se usa, en un sentido amplio, como sinónimo de invocar o de demandar: “El presidente trató de apelar a la emotividad de los ciudadanos al pedir su apoyo”, “El candidato oficialista busca apelar al miedo para que la gente siga respaldando su proyecto político”.

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