Definición de anáfora
La etimología de anáfora nos lleva a un vocablo griego que puede traducirse como “repetición” y que llegó al latín como anaphŏra. El concepto tiene varios usos y suele vincularse a una figura retórica que consiste en repetir términos o ideas adrede con una intención estética o discursiva.
Por ejemplo: “Siempre pienso en ti, / siempre tengo presente tu rostro. / Siempre recuerdo aquella noche de verano, / siempre añoro lo otro”. En este caso, la anáfora consiste en la reiteración de la palabra “siempre” al comienzo de cada verso.
En el terreno de la oratoria, la anáfora puede utilizarse para enfatizar ideas. Se trata de un recurso que suelen emplear los dirigentes políticos en las campañas electorales. Un candidato a presidente puede afirmar en un discurso: “No voy a aceptar presiones de los poderosos; no voy a ceder ante las amenazas de las corporaciones; no voy a dejar de lado mis convicciones; no voy a olvidarme de mis compromisos con el pueblo…”. Como se puede advertir, la anáfora empleada implica repetir “no voy a” en el inicio de las distintas sentencias.
Es importante cuidar la forma en la que se utiliza este recurso, ya que puede resultar poco efectivo si se abusa de él o si se repiten las partes inadecuadas. Por otro lado, la anáfora no siempre es necesaria, otra razón por la cual debemos estudiar sus potenciales efectos antes de incluirla en un texto. Cuando se repite más de una palabra, la extensión de la frase no debe ser excesiva, ya que esto podría causar una cierta interferencia en el mensaje.
Todo esto nos lleva a pensar que la anáfora es un recurso muy difícil de usar con efectividad y buen gusto. Lejos de ser una mera y arbitraria repetición de palabras, sirve para agrupar una serie de ideas y conceptos que deseamos enfatizar y destacar, sin interrumpir para ello el flujo del texto y de una manera que puede quedar grabada en la mente del lector si se realiza de una forma estética y moderada.
Para la lingüística, la anáfora es el vínculo de identidad establecido entre un elemento de la gramática y uno o más términos que fueron mencionados con anterioridad. En este ámbito tiene tres sentidos bien diferenciados, aunque los mismos se relacionan de cierta manera:
* la utilización de una expresión que sólo puede ser interpretada con ayuda de otra, que se encuentra en el contexto del discurso y se denomina antecedente;
* la propia expresión (por lo general, un pronombre) cuyo significado depende de otra que también puede hallarse en el contexto. En este caso de habla de deícticos, es decir de palabras cuyo significado depende del emisor y que solamente puede determinarse en función del mismo;
* frente a una interpretación restrictiva de los dos puntos anteriores, entendemos por anáfora solamente a los casos en los cuales el contexto se halla antes de la anáfora. Por el contrario, podemos hablar de catáfora, para hacer referencia a los deícticos que tienen un referente ubicado después de ellos en el texto.
Para entender esta acepción del término anáfora, veamos el siguiente ejemplo: «Antes de que la ascendieran a directora de marketing, Adela trabajaba en el sector de servicio técnico»; como puede apreciarse, el pronombre «la» hace referencia a «Adela», y se encuentra antes de que podamos entender su significado, razón por la cual responde a lo descrito en el punto 2, aunque también puede ser una catáfora, según la visión restringida del punto 3. Todo esto forma parte del concepto de la lingüística conocido como endófora.
Anáfora, por último, es un fragmento de la liturgia que tiene distintas correspondencias de acuerdo al rito en cuestión.